miércoles, 26 de septiembre de 2012

Viraje en el PAN



Viraje en el PAN

Pablo Hiriart

La muerte de Alonso Lujambio es una pena para su familia, para quienes lo conocimos, y es también una partida simbólica para su partido, Acción Nacional.
 
El PAN comienza a quedarse sin cuadros ilustrados, lo que es una mala noticia para el país.
 
Cuando termine el sexenio veremos que Acción Nacional experimentará un retorno a los orígenes de la derecha mexicana (no necesariamente del panismo): rural, levantisca, rupestre, antipresidencial.


Tal vez al próximo gobierno no le caería mal tomar providencias y elaborar escenarios alternos a lo que parecía ser un camino ya trazado: establecer alianzas con el PAN para sacar adelante una agenda modernizadora. Eso puede durar poco.


Acción Nacional ya perdió a Carlos Castillo Peraza. Diego Fernández de Cevallos está retirado de la política. Fernando Gómez Mont se fue del PAN. Germán Martínez no quiere entrar a nada. Roberto Gil está todavía en el drama de la derrota y carece de fuerza en el Senado.


Se va a ir Calderón y los calderonistas serán marginados. Cordero está acotado en su liderazgo senatorial. Josefina se esfumó. Lujambio falleció ayer.


Y con ellos hay un valioso y amplio grupo de personas, con una idea moderna de país, que ha quedado fuera de los primeros planos del panismo.


Ese panismo no tendrá juego. Perdieron las elecciones y muy posiblemente también pierdan el partido. O se van a plegar a los que llegan, desde una posición secundaria.


La carta de Javier Corral al presidente Calderón es sintomática de lo que sucede y de lo que viene. Hubo quienes salieron a la palestra a apoyar a Corral, que insultó al Presidente.


¿Fue un acto de oportunismo de Corral golpear al Presidente que se va y así ganar notoriedad interna con miras al reacomodo que vendrá en el PAN durante el postcalderonismo?


Tal vez así sea el caso, o no. Pero quienes lo secundaron de manera pública o sotto voce, lo hicieron arraigados en la fuerte tradición anti presidencial de la derecha ignorante.


Nadie defendió con vigor a Calderón. Ni siquiera los que hasta hace muy poco hacían alarde de su talante bravucón, encararon a Corral. Silencio desde esa banda. Entienden que un grupo de poder se va y llega otro.


Llega esa derecha antipresidencial, cerril, arisca hacia las señales de la modernidad.


Sus exponentes ahí están, a la espera de tomar el partido, y desde esa posición de poder hacerse de las coordinaciones del grupo parlamentario en ambas cámaras, de comisiones, de candidaturas.


La actitud ante el gobierno y frente a las instituciones que tiene ese panismo es más cercana a la de López Obrador que a la de Castillo Peraza, Diego o Lujambio.


Así las cosas podría darse el caso de que López Obrador tenga, en un futuro próximo, dos partidos, Morena y el PAN, trabajando con el mismo objetivo: demoler al gobierno.

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