Jorge Díaz Elizondo
Es prácticamente inútil pedirle a Felipe Calderón, que al
final de su mandato ponga orden con la ley en la mano, por lo sucedido la
semana pasada en el municipio mexiquense de Nezahualcóyotl. Los vecinos de esa
entidad, los medios de comunicación y las redes sociales, protagonizaron una
psicosis que desembocó en toda clase de especulaciones.
El priista grupo de los antorchistas, no escatimó al acusar a
grupos perredistas de estar detrás de todo esto. Por su parte, los perredistas
negaron todo, acusando al antagónico grupo de “Antorcha Campesina”, de provocar
los sucesos. Hubo más versiones, que si el narco, la delincuencia organizada,
etc.
No obstante, la verdad aun no se conoce (al momento de escribir
esta columna), por lo que el sabor que dejan los eventos antes mencionados
hasta hoy, es que todo podría estarse resumiendo como una “caladita” por
parte de cualquier grupo de poder al flamante presidente electo, Enrique Peña
Nieto, con el objeto ya sea, de ganar espacios o bien, de mantener
privilegios.
De confirmarse que fue el grupo de Antorcha Campesina quien está
alentando este tipo de pánico entre la población, podría especularse que están
enviando el mensaje a Peña Nieto, que el apoyo a su candidatura no fue gratuito
y que la factura ha de pagarse puntualmente a sus líderes.
De haber sido los grupos perredistas quienes provocaron los
vergonzosos sucesos, se puede asumir que la amenaza al próximo presidente es la
de no dejar descansar las entidades de extracto priista en su natal Estado de
México, con la finalidad de ejercer presión y conseguir cualquier suerte de
privilegios a cambio de una paz negociada.
Por supuesto, estarán muchos más escenarios hipotéticos que
podrían incluir un ajuste de cuentas con el actual gobernador mexiquense
Eruviel Ávila; y otros escenarios más, mismos que serán motivo para otras
columnas.
Por lo pronto e independientemente de quién esté detrás de lo
ocurrido, ya está en la mesa una de las primeras pruebas al presidente que
tomará las riendas del gobierno federal el 1 de Diciembre; de la eficacia con
la que trate el asunto, dependerá mucho la tranquilidad que se viva en las
zonas del Distrito Federal y Estado de México.
Dadas las posibles reacciones de Enrique Peña Nieto ante el
conflicto, es preciso recordar aquella ocasión en que el presidente Miguel
Alemán recién había llegado a la presidencia y tuvo que hacerle frente al
conflicto político provocado por los miembros del sindicato de trabajadores de
PEMEX, respondiendo con fuerza
física contra los revoltosos, que al verse sometidos, en voz de
sus líderes le comentaron al presidente: “Pero si nada más lo estábamos calando, señor presidente…”
a lo que el presidente Miguel Alemán contestó de bote pronto: “¡Pues ya me calaron hijos de la
chingada…!”
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