Un Gabinete vencedor
Dicho sea en términos futbolísticos:
el equipo es el que mete los goles, por más que, en ocasiones, las jugadas
personales puedan revertir el marcador.
Francisco Martín
Moreno
En
política ocurre lo mismo, por lo que viene al cuento recordar a uno de los
gabinetes más exitosos del México moderno.
Me
refiero al de López Mateos, mexiquense, por cierto. ¿Comenzamos? Antonio Ortiz
Mena, secretario de Hacienda; Manuel Tello Barraud, Relaciones Exteriores;
Ernesto Uruchurtu, jefe del Departamento del DF; Jaime Torres Bodet, Educación
Pública; Javier Barros Sierra, Obras Públicas; Díaz Ordaz, Gobernación; Walter
Cross Buchanan, Comunicaciones y Transportes; Alfredo del Mazo Vélez, Recursos
Hidráulicos; Raúl Salinas Lozano, Industria y Comercio; José Álvarez Amézquita,
Salubridad; Salomón González Blanco, Trabajo y Julián Rodríguez Adame,
Agricultura y Ganadería, entre otros más que este reducido espacio no me
permite mencionar.
Otro
gabinete de notables fue el de Salinas de Gortari con un Aspe, un Jaime Serra,
un Gutiérrez Barrios, un Farell, un Zedillo, un Colosio y un Solana, además de
otros que no viene al caso citar.
Calderón,
sálvese el que pueda, abrumado por complejos que le costaron muy caro al país, integró un gabinete de enanos,
con excepción de Hacienda y Trabajo y, de repente, al acercarse la sucesión
presidencial, buscó por cielo, mar y tierra un gigante, encontrándose solo con
los enanos de quienes él se había rodeado.
Las
consecuencias no se hicieron esperar. La gestión financiera durante su gobierno
fue un éxito.
¿Y
Peña Nieto? Benito Juárez sostenía con su humor seco oaxaqueño: “Nuestras
victorias serán nulas si continuamos con las mismas mulas…”.
De
acuerdo al equipo de transición no vemos a las mismas mulas, una noticia
reconfortante, pero si escuchamos el comentario de que los actuales gestores no
serán necesariamente los integrantes de su gabinete… ¡Cuidado! Nadie desea las
mismas mulas por todos conocidas y, además, corruptas e incapaces, por si fuera
poco…
Peña
Nieto debe tener muy claro que nuestro país le concedió un voto de confianza caro, muy caro, el último,
en el sentido de que si fracasara el PRI, como lo hizo con anterioridad, con
sus muy escasas excepciones, México podría dar un vuelco temerario hacia el
chavismo u otros males similares.
¿Los
40 millones de mexicanos sepultados en la miseria no son la mejor evidencia de
la herencia priísta después de 70 años de “Dictadura Perfecta”? Peña Nieto no tiene otra alternativa más que el
éxito, de ahí que no se pueda rodear de amigos incondicionales
aplaudidores de sus decisiones, sino de un conjunto de técnicos de reconocida
solvencia profesional por encima de la lealtad y otros complejos inadmisibles.
Una
coalición gobernante sería muy saludable para los intereses del país, por ello
saludo con agrado la incorporación de Rosario Robles, una mujer de izquierda, a
su gobierno. ¡La clave
del éxito se encuentra en la promulgación de las reformas estructurales!
Si
Peña Nieto integra un
gabinete de notables, un equipo de triunfadores, sin complejos de inferioridad,
tal y como lo hizo López Mateos, su paisano, el futuro de México será
promisorio. ¡Ah!, a propósito: el “gabinete”, de AMLO debió ya renunciar, salvo
que estén de acuerdo en mandar también al diablo a las instituciones de la
República…
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