lunes, 10 de septiembre de 2012

Un Gabinete vencedor



Un Gabinete vencedor

Dicho sea en términos futbolísticos: el equipo es el que mete los goles, por más que, en ocasiones, las jugadas personales puedan revertir el marcador. 

Francisco Martín Moreno

En política ocurre lo mismo, por lo que viene al cuento recordar a uno de los gabinetes más exitosos del México moderno. 

Me refiero al de López Mateos, mexiquense, por cierto. ¿Comenzamos? Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda; Manuel Tello Barraud, Relaciones Exteriores; Ernesto Uruchurtu, jefe del Departamento del DF; Jaime Torres Bodet, Educación Pública; Javier Barros Sierra, Obras Públicas; Díaz Ordaz, Gobernación; Walter Cross Buchanan, Comunicaciones y Transportes; Alfredo del Mazo Vélez, Recursos Hidráulicos; Raúl Salinas Lozano, Industria y Comercio; José Álvarez Amézquita, Salubridad; Salomón González Blanco, Trabajo y Julián Rodríguez Adame, Agricultura y Ganadería, entre otros más que este reducido espacio no me permite mencionar.



Otro gabinete de notables fue el de Salinas de Gortari con un Aspe, un Jaime Serra, un Gutiérrez Barrios, un Farell, un Zedillo, un Colosio y un Solana, además de otros que no viene al caso citar.


Calderón, sálvese el que pueda, abrumado por complejos que le costaron muy caro al país, integró un gabinete de enanos, con excepción de Hacienda y Trabajo y, de repente, al acercarse la sucesión presidencial, buscó por cielo, mar y tierra un gigante, encontrándose solo con los enanos de quienes él se había rodeado. 


Las consecuencias no se hicieron esperar. La gestión financiera durante su gobierno fue un éxito.
¿Y Peña Nieto? Benito Juárez sostenía con su humor seco oaxaqueño: “Nuestras victorias serán nulas si continuamos con las mismas mulas…”.


De acuerdo al equipo de transición no vemos a las mismas mulas, una noticia reconfortante, pero si escuchamos el comentario de que los actuales gestores no serán necesariamente los integrantes de su gabinete… ¡Cuidado! Nadie desea las mismas mulas por todos conocidas y, además, corruptas e incapaces, por si fuera poco…


Peña Nieto debe tener muy claro que nuestro país le concedió un voto de confianza caro, muy caro, el último, en el sentido de que si fracasara el PRI, como lo hizo con anterioridad, con sus muy escasas excepciones, México podría dar un vuelco temerario hacia el chavismo u otros males similares. 


¿Los 40 millones de mexicanos sepultados en la miseria no son la mejor evidencia de la herencia priísta después de 70 años de “Dictadura Perfecta”? Peña Nieto no tiene otra alternativa más que el éxito, de ahí que no se pueda rodear de amigos incondicionales aplaudidores de sus decisiones, sino de un conjunto de técnicos de reconocida solvencia profesional por encima de la lealtad y otros complejos inadmisibles.


Una coalición gobernante sería muy saludable para los intereses del país, por ello saludo con agrado la incorporación de Rosario Robles, una mujer de izquierda, a su gobierno. ¡La clave del éxito se encuentra en la promulgación de las reformas estructurales!


Si Peña Nieto integra un gabinete de notables, un equipo de triunfadores, sin complejos de inferioridad, tal y como lo hizo López Mateos, su paisano, el futuro de México será promisorio. ¡Ah!, a propósito: el “gabinete”, de AMLO debió ya renunciar, salvo que estén de acuerdo en mandar también al diablo a las instituciones de la República…

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