miércoles, 26 de septiembre de 2012

Otra vez el ‘Síndrome del Ombligo’; ¿con estos legisladores construiremos el futuro?

Otra vez el ‘Síndrome del Ombligo’; ¿con estos legisladores construiremos el futuro?

Ellos, mientras tanto, ni en sueños sufren las consecuencias del atraso estructural que padecemos.

Ángel Verdugo
Hace casi cuarenta años escuché por primera vez hablar del “Síndrome del Ombligo”. Si la memoria no me falla, fue en la reunión abierta que el viejo Partido Comunista Mexicano celebró —¿en 76 o 77?— en el Auditorio Nacional e instalaciones aledañas, como muestra de su legalización plena.
En una de las mesas de análisis, Arnoldo Martínez Verdugo (Otra vez, si mal no recuerdo) respondió a las críticas furibundas de Norma Bazúa con la figura del “Síndrome del Ombligo”. Le dijo que sus críticas y señalamientos no significaban, en modo alguno, que el cuerpo estuviera podrido, sólo que su ombligo estaba sucio.


La metáfora me convenció de tal manera, que desde entonces la utilizo cuando alguien hace señalamientos desproporcionados, los cuales —como los de la señora Bazúa en ese momento—, sustituyen la crítica debidamente sustentada.
¿A qué viene este recuerdo de la vida de la izquierda mexicana? (Ésta, más real que la versión chafa y corrupta que hoy venden los oportunistas y saltimbanquis, que después de tantos saltos en el trapecio aterrizaron en el PRD, MC y PT; éstos tres, con tanto priista acabado, más parecen el Valle de los Caídos y no verdaderos partidos, menos de izquierda).
La recuerdo hoy, por “las objeciones” que algunos partidos hicieron al texto de iniciativa preferente para reformar la Ley Federal del Trabajo vigente que envió el presidente Calderón a la Cámara de Diputados; afirman aquéllos —hoy defensores convenencieros de la Constitución, la cual violan con una frecuencia que asusta—, que dicha iniciativa viola varios de sus artículos.
Exigen, indignados, que la iniciativa sea desechada; no piden —dados los problemas que enfrenta y pretende resolver—, adecuar ambas a la nueva realidad del país como sería su deber, sino por el contrario, exigen que las cosas queden tal cual; es decir, desean que sigan las rigideces, que lejos de estimular la creación de empleos y la elevación de la productividad para hacer más competitiva la economía, empeoran la situación. Ellos, mientras tanto, ni en sueños sufren las consecuencias del atraso estructural que padecemos.
Estos falsos defensores de la Constitución se rascan el ombligo y al “olerse el dedo” gritan ufanos, ¡Miren, el cuerpo está podrido, hay que destruirlo!
Se equivocan señores; de ser ciertas las violaciones señaladas, corrijan la una y la otra para que coincidan y así estimulen y faciliten la contratación; si lo hicieren, estaríamos ante la posibilidad de crear buena parte de los cientos de miles de empleos que la población demanda cada año. Dicho de otra manera, “lávense el ombligo”; el cuerpo no está podrido como ustedes afirman.
¿Cómo reaccionó, en su momento, la mayoría de los políticos y legisladores de Brasil, Chile y Colombia? ¿En verdad piensan que los avances en esos tres países y en decenas más, se lograron “acabando con el cuerpo”, cuando políticos como ustedes gritaron también, “¡el cuerpo está podrido! Cuando alguien con mentalidad similar a la suya gritó ufano eso mismo, se rieron de él y avanzaron. Esto se tradujo en los que hoy admiramos que además, llevó a Peña Nieto a pedir conocerlo para tratar de aplicarlo aquí y avanzar.
Así como allá, en su momento, no hicieron caso de las tonterías de unos cuantos oportunistas con visión de pasado, espero que aquí hagamos lo mismo. Sus posiciones son, para decirlo claro, el lastre que impide el avance; éste, hay que tirarlo por la borda.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario