lunes, 10 de septiembre de 2012

Estados Unidos cae en la clasificación mundial de la competitividad económica

Emily Goff

La ventaja competitiva de Estados Unidos ya no es lo que solía ser. El Foro Económico Mundial (WEF) informó de que Estados Unidos cayó de la quinta a la séptima posición, lo que supone el cuarto año consecutivo de caída en la clasificación. Entre los diversos motivos para esta caída, el principal es el doble golpe que supone una deuda por las nubes y la incertidumbre existente entre las empresas de que Washington vaya a abordar los problemas fiscales y económicos del país.
Oiga, eso suena familiar.

Recientemente, la deuda nacional pasó de la marca de los $16 billones y continúa con su ascenso hacia el actual límite de deuda de $16.394 billones. Con semejante tamaño, ya ha eclipsado la totalidad de la economía de Estados Unidos. Alcanzar de nuevo el límite de deuda servirá como serio recordatorio de que el gasto sin control y el fracaso de Washington a la hora de reformar los programas de derechos a beneficios que están disparando el gasto, están causando estragos en el presupuesto. Y eso no sólo amenaza con cargar a las generaciones futuras con unos aplastantes niveles de deuda (y de impuestos para pagarla) sino que también compromete la salud de la economía de Estados Unidos en estos momentos.
Tal irresponsabilidad por parte de Washington (que se manifiesta en el sobregasto, los enormes y crónicos déficits presupuestarios y una deuda gigantesca) disminuye la confianza del mundo empresarial en que el gobierno pueda y consiga poner en orden la economía. Ya sea un fracaso al evitar ahora las subidas de impuestos del “Armagedón Fiscal”, al ponerle freno al gasto federal o al volver a priorizar las reducciones automáticas del gasto debidas al secuestro de fondos (que se prevé que conlleve un serio golpe para nuestra defensa nacional), Washington únicamente está generando un tipo de desconfianza bastante negativo y además en grandes cantidades. Debido a que existe tal desconfianza en las instituciones y en los líderes políticos ya que el gobierno está en gran medida haciendo un uso incorrecto de sus recursos, las empresas, los inversores y las familias sienten que están maniatados. Esto tiene como resultado un tímido crecimiento económico, un aspecto que se ve reforzado por el último de una serie de mediocres informes laborales.
El propio Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage cuenta una historia parecida: Estados Unidos cayó hasta el décimo puesto en 2012 y ha sido relegado de un estatus de economía “libre” al de “mayormente libre”. Como comentan los autores del Índice:
Devolver la economía de Estados Unidos al estatus de economía “libre” requerirá de unos cambios políticos significativos para reducir el tamaño del gobierno, revisar el sistema tributario y transformar los costosos programas de derechos a beneficios.
Aunque ciertos indicadores de la competitividad de Estados Unidos se mantienen fuertes, la tendencia general marcha en la dirección equivocada. Si por alguna razón el Congreso y el presidente necesitaran de un impulso adicional para abordar estas “estas crecientes e ignoradas debilidades”, como las denomina el informe del WEF, el informe de este año debería tener exactamente esa función.

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