Por DAN NEIL
El autódromo Mazda en Laguna Seca, California, es una montaña rusa de asfalto de 3,5 kilómetros que sube y baja a través de la zona montañosa de Monterey, en California. El tramo más famoso, denominado Corkscrew, obliga a los conductores que avanzan por una subida larga a presionar los frenos y hacer un giro cerrado a la izquierda hacia lo que parece ser un vacío. El auto pierdo momentáneamente su peso y cuando la pista se vuelve a materializar debajo de uno —siempre una sorpresa agradable— comienza a descender como en una pista de esquí— y además gira precipitadamente hacia la derecha.
Este es uno de varios puntos ciegos en Laguna Seca que obligan a los conductores a comprometerse a dar un giro mucho antes de poder ver hacia donde se dirigen. Si espera a ver el ángulo antes de dar la vuelta, terminará en la ciudad de Monterey.
Como el crítico automotor del The Wall Street Journal, he estado en Laguna Seca en muchas ocasiones probando autos de alto rendimiento y en este día de junio de 2011, estaba conduciendo de manera brillante. Ya había domado al combativo Corkscrew y superado el gancho Andretti. Como un violín Stradivarius tocado por Heifetz, el BMW que piloteaba avanzaba sin problemas.
Con la única excepción de que realmente no estaba conduciendo. Aunque estaba en la silla del piloto, mis manos y mis pies no estaban haciendo nada.
El auto se conducía a sí mismo, replicando digitalmente un circuito recorrido previamente por un conductor profesional. Lo único que tuve que hacer fue permanecer sentado, con el vehículo avanzando al borde de mi control, virilmente asustado.
El TrackTrainer de BMW —un sedan 330i de prueba dotado con equipo de visión electrónica— utilizó GPS, mapas de localización y telemetría registrada durante una vuelta modelo hecha por un conductor profesional. Los pilotos en entrenamiento pueden recibir orientación como un zumbido en el lado derecho o izquierdo del cabezote del asiento y también pistas visuales que los guían por las vueltas, parecidas a la línea de guía sobrepuesta en los videojuegos de autos. Pero el vehículo también puede apoderarse por completo del volante, el pedal y los frenos, recreando la vuelta modelo, casi hasta el último centímetro de asfalto.
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