Internacional
Obama pone en alerta a todas sus embajadas tras la polémica levantada por una película que denigra al profeta Mahoma
La
desaparición a manos de los rebeldes de Muamar Gadafi hace once meses
no trajo la liberación de Libia. La muerte en la noche del martes del
embajador de Estados Unidos en el país magrebí hunde más todavía al
proyecto de nuevo estado en una complicada espiral de violencia. Es, además, otra prueba de que la senda para pasar página a más de cuatro décadas de dictadura seguirá siendo incierta y estará teñida de sangre.
Que
un estrecho colaborador de las nuevas autoridades de Trípoli y alguien
conocido como un amigo de la revolución que tumbó a Gadafi haya perdido
la vida en un ataque como el que tuvo lugar la noche del martes al
miércoles en Bengasi demuestra, una vez más, que los libios no caminan todos en la misma dirección
y que el nuevo Gobierno es incapaz de poner coto a la inestabilidad. Y
todo por la aparición en internet de un vídeo que denigra la imagen del
profeta Mahoma.
Christopher Stevens murió junto a otros tres ciudadanos norteamericanos cuando decenas de personas atacaron con disparos y artefactos explosivos la sede del consulado estadounidense en Bengasi,
a mil kilómetros de Trípoli. La segunda ciudad del país y cuna de la
revolución que logró poner fin a la dictadura ya había sido en los
últimos meses escenario de ataques similares contra el embajador
británico o contra personal de la Cruz Roja.
Envío de «drones»
El presidente Barack Obama dijo que el ataque no pone en riesgo las relaciones con Libia pero ordenó de inmediato el refuerzo de sus instalaciones diplomáticas en ese país. Para ello se ha enviado un equipo de medio centenar de marines especializados en la lucha antiterrorista enviado desde la base Rota (Cádiz).
Asimismo mandó elevar la alerta y las medidas de seguridad el el resto
de legaciones estadounidenses de todo el mundo. Washington también
anunció el empleo de aviones no tripulados, los conocidos como «drones»,
para hacer frente a la inseguridad en el este de Libia, informó la
cadena CNN. Esto podría abrir el camino a la iraquización de Libia, que
trató de evitarse no enviado tropas extranjeras sobre el terreno durante
la guerra civil.
El gobierno de EE.UU. ha enviado dos buques de guerra a
las costas de Libia tras el ataque a su consulado en Bengasi en el que
murió el embajador Chris Stevens y otros tres ciudadanos
estadounidenses, según informó hoy la cadena CNN. Los dos barcos, el USS Laboon y el USS McFaul,
se sumarán a unos 50 marines estadounidenses que partieron hoy hacia
Libia para reforzar la seguridad de las instalaciones diplomáticas de
EE.UU. en ese país.
La
película de los hechos seguía ayer poco clara, pero todo apunta a que
el diplomático, al que se ve en unas imágenes siendo evacuado en estado
de semiinconsciencia sin heridas ni sangre, falleció por asfixia.
Stevens, llegado desde la capital, Trípoli, en viaje oficial, murió
junto a otro de los funcionarios en el ataque al consulado. Los otros
dos miembros de la delegación fallecieron después de ser localizados en
otro edificio de la ciudad en el que se habían refugiado junto a otros
compatriotas y que también fue asaltado.
Tonto y mujeriego
Detrás
de la ira de los atacantes no hay duda de que se encuentra la grabación
de una película en Estados Unidos que los musulmanes han considerado
ofensiva. El vídeo, en el que el profeta Mahoma es retratado como tonto,
mujeriego y como un religioso de pacotilla, seguía ayer circulando por
Youtube. Horas antes las imágenes habían originado el ataque por parte de una turba enfurecida de la Embajada estadiounidense en El Cairo en un clima que recuerda a las protestas en 2005 por la publicación en algunos diarios occidentales de caricaturas de Mahoma.
Las autoridades libias pidieron disculpas y reconocieron que no fueron capaces de hacer frente a la protesta por el vídeo,
que acabó degenerando en el ataque al consulado en una ciudad donde una
gran parte de la población va armada sin control alguno. Los militares
encargados de defender la sede diplomática huyeron al verse superados por el intenso fuego y el lugar acabó convertido en una ratonera envuelta en llamas.
«Las Fuerzas de Seguridad libias cayeron bajo un fuego intenso y no
estaban preparadas para un ataque tan intenso», explicó el portavoz del
Comité Supremo de Seguridad, Abdel Monem Al Hurr, informa Reuters.
Radicales islámicos, guerrillas heredadas de la guerra civil del año
pasado y grupos de gadafistas desafían a unas Fuerzas de Seguridad que a
menudo se ven superadas, como esta vez en Bangasi.
El viceministro del Interior, Wanis Al Sharif, acusó del ataque a defensores del difunto dictador,
que habrían reaccionado de manera violenta tras la extradición desde
mauritania hace unos días de Abdelá Senussi, que fue jefe de los
servicios secretos de Gadafi. Otros señalaban a Ansar Al Sharía, un grupo radical islamista instalado en Libia y próximo a Al Qaida.
El
presidente de la Asamblea Nacional, Mohamed Magarief, dijo que los
extranjeros «se encuentran bajo la proteción del país». En medio de un
clima de desconfianza sobre las capacidades de las autoridades libias, la UE exigió «todas las medidas necesarias» par proteger a sus diplomáticos.
«EE.UU.
rechaza los esfuerzos para denigrar las creencias religiosas de otros,
pero debemos oponernos, sin equívocos, al tipo de violencia insensata
que acabó con la vida de estos servidores públicos», dijo Obama. La
muerte del embajador y los otros tres funcionarios en medio de una
enorme inestabilidad lleva a pensar en que del horror de más de 40 años
de dictadura puede pasarse al horror de un país sumido en décadas de violencia.
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