miércoles, 12 de septiembre de 2012

Seis reglas para ser un buen Presidente



Seis reglas para ser un buen Presidente

Otto Granados

Con este título, hace ya casi 20 años, Peter Drucker enlistó lo que, a su juicio, es indispensable para hacer una presidencia efectiva. ¿Qué aconsejaba el gran gurú de la administración? Esto.
 
1. ¿Qué hacer?
   
 Es lo primero que el Presidente debe preguntarse. No debe obstinarse en hacer lo que desea, aunque eso fuera el centro de su campaña. El negarse a aceptar esto…es rechazar la realidad y condenarse a ser ineficaz.


2. Concéntrese, no se diversifique.


Generalmente hay media docena de respuestas correctas. Aun así, a menos que un Presidente haga la arriesgada y polémica elección de una sola cosa, no conseguirá nada. La primera prioridad del Presidente tiene que ser algo que realmente deba hacerse.


Si no es demasiado polémica, entonces es probable que sea la prioridad equivocada. Tiene que ser factible, bastante rápida y con un objetivo concreto. No obstante, es necesario que sea lo suficientemente importante para que si tiene éxito haga la diferencia.


3. No apueste jamás sobre una cosa segura.


Siempre falla el tiro. Un Presidente efectivo sabe que no hay política libre de riesgos.


4. Un Presidente efectivo no microadministra.


Las labores que un Presidente debe hacer por sí mismo son muchísimo mayores de lo que una persona, aún la más enérgica y mejor organizada, pueda posiblemente lograr. Cualquier cosa que el Presidente no tenga qué hacer, por consiguiente, no “debe” hacerla.


Los primeros mandatarios están muy alejados del campo de acción, son muy dependientes de lo que otras personas les cuentan o prefieren no contarles y están demasiado ocupados para estudiar la letra chica, para poder microadministrar con éxito. No hay ninguna forma más rápida de desacreditarse para un Presidente que ser su propio jefe de operaciones.


5. Un Presidente no tiene amigos en la administración.


Fue la máxima de Lincoln. Un Presidente que haga caso omiso de ésta, vive para lamentarlo. Nadie puede confiar en los “amigos del Presidente” ¿Para quién trabajan? ¿En favor de quién hablan? ¿A quién realmente informan?


En el mejor de los casos, se sospecha que colaboran con sus superiores y con su Gran Amigo; en el peor, se les conoce como espías del Presidente. Sobre todo, siempre se ven tentados a abusar de su posición como amigo y el poder que esto implica, y dañan seriamente al Presidente.


6. ¿Y la sexta regla?


Lo que Harry Truman aconsejó al recién electo John F. Kennedy:


“Una vez que uno resulta electo, hay que dejar de hacer campaña”.


Agrego una: evitar la tiranía de las encuestas. En estos tiempos, es enternecedor ver a políticos que parecían chicos duros palidecer cuando les muestran los sondeos del día y suplicar soluciones. Es un error. Como recurso psicológico para la autoestima personal, quebrarse la cabeza por los niveles de popularidad no sirve demasiado. Y como incentivo político son muy relativas pues, sin reelección, no hay ganancias tangibles.


Por lo visto, dijo alguien, desde que cayó Constantinopla hay poco nuevo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario