lunes, 10 de septiembre de 2012

Por una conciencia europea. La investigación y la innovación son y serán el futuro de Europa. Felipe González Mrquez / Valéry Giscardá d'Estaing / Michelangelo Baracchi Bonvicini

La crisis económica actual transmite desde hace ya tiempo a los europeos unos mensajes negativos que les abruman con el miedo al futuro; unos mensajes que hablan no solo de la economía sino también de Europa, su integración y su futuro.
Sin olvidar la dramática situación de los más de 24 millones de europeos que están hoy sin empleo ni las dificultades económicas que sufren varios países europeos, tenemos el deber de ser optimistas. Debemos ser racionales y pensar que es precisamente gracias a los logros del proceso de integración por lo que hoy los Estados miembros de la Unión Europea pueden hacer frente juntos, y por tanto con más fuerza y una solidaridad común, a los retos mundiales que les aguardan y a los demás grandes actores políticos del planeta, que en ocasiones son continentes enteros.

Desde la cuna de la democracia, Europa ha presenciado el nacimiento y la instauración del imperio de la ley, basado en el derecho romano, el nacimiento y el desarrollo de las ideas de la Ilustración que sentaron las bases para las dos grandes revoluciones de ese siglo, el nacimiento del liberalismo y el nacimiento de la ciencia empírica que, con sus descubrimientos y el entorno creado por todo lo anterior, preparó el terreno para la revolución industrial. En épocas más recientes, ha sido testigo del establecimiento de la democracia moderna y el nacimiento de un modelo social que coloca la dignidad humana por encima de todo. Y Europa ha sido y es un centro excepcional de cultura y creatividad.
Cada uno de estos factores, enumerados sin orden cronológico, merecería una reflexión más profunda, pero lo que más útil resulta hoy es mencionarlos, todos juntos, para recordar que no pertenecen solo al pasado sino que están presentes como rasgos fundamentales de la Europa de hoy. Todo ello, unido al proceso permanente de integración europea, lleva 60 años garantizando el periodo más largo de paz y prosperidad que nuestro continente ha experimentado jamás.
Quienes hablan del declive irreversible de Europa no tienen en cuenta estos factores fundamentales porque confunden una crisis y un problema de gobernanza con decadencia. O porque consideran, y temen, que el crecimiento económico de otras regiones del mundo es negativo para nuestro futuro. Al contrario: un mayor bienestar en todo el mundo es un elemento positivo para todos.
La prosperidad de una sociedad depende del nivel de educación
Europa no está en declive. Europa acaba de emprender un nuevo rumbo y, presionada por la crisis, está admitiendo con realismo sus problemas y buscando posibles soluciones.
Jean Monnet dijo que “la gente solo acepta el cambio cuando se enfrenta a la necesidad, y solo reconoce la necesidad cuando se enfrenta a una crisis”.
Ese es el motivo por el que Europa podría salir de esta crisis fortalecida.
Para conseguirlo, Europa no puede olvidar un factor que no suele mencionarse, pero tiene una importancia crucial en el mundo actual, y que tiene que ver con todo lo que engloba la extraordinaria capacidad de educar, investigar e innovar de los europeos.
Precisamente la investigación e innovación europea --un aspecto de importancia estratégica para el presente y el futuro de Europa-- es el ámbito sobre el que queremos llamar la atención de los ciudadanos europeos y los líderes de los Estados miembros. Conscientes de que las decisiones que tomen hoy nuestros dirigentes determinarán cómo va a ser durante las próximas décadas el continente en el que vivirán nuestros hijos y nuestros nietos.
Además de las medidas necesarias para la estabilización a corto plazo y la reflexión que los Estados miembros deben llevar a cabo sobre la orientación que deben seguir, los líderes europeos deben prestar más atención a un ámbito cuya importancia estratégica reconoce todo el mundo, con el fin de garantizar que Europa no va a renunciar a una ventaja competitiva que tiene hoy en favor de unos objetivos políticos locales y a corto plazo.
La calidad de la educación, la investigación y la innovación en Europa constituye una de las principales ventajas de nuestro continente. Los conocimientos, la curiosidad y las ideas que tanto han influido en nuestra historia deberían ser también la llave de nuestro futuro. Es un deber mantener esas ventajas, porque hoy, más que nunca, la prosperidad de una sociedad depende del nivel de educación y la capacidad de innovación de sus ciudadanos. Educación, investigación e innovación son palabras concretas que forman la base de la economía real, de nuestra industria y de la posibilidad de crear crecimiento y empleo. Serán esenciales para seguir teniendo una Europa fuerte y competitiva en un entorno cada vez más globalizado.
Sin embargo, el gasto destinado a este fin, con la excepción de unos cuantos países, ha sufrido graves recortes.
La propuesta de la Comisión Europea sobre el programa dedicado a este sector (Horizon 2020), que prevé una inversión de 80.000 millones de euros de aquí a 2020, es un paso importante en la buena dirección.
El gasto en este terreno, con la excepción de unos cuantos países, ha sufrido graves recortes
No obstante, invitamos a los dirigentes europeos, en especial en este momento de crisis, a comprender que el gasto en investigación e innovación es una inversión esencial y trazar un rumbo que permita a Europa aumentar gradualmente el gasto en I+D hasta llegar al 3% del PIB en 2020.
Hay que aumentar las inversiones en este sentido de aquí a corto plazo. Pero de momento deberíamos empezar por utilizar mejor los recursos ya existentes. Europa puede hacer mucho más incluso en los ámbitos que no necesitan grandes inversiones financieras, sino una mayor coordinación para crear un Área Europea de Investigación más eficiente: evitar repeticiones innecesarias de esfuerzos en la investigación, aumentar la cooperación entre la universidad y la industria, garantizar una comunicación mejor y más fácil entre los investigadores y un acceso más sencillo a las bases de datos y otras infraestructuras de investigación existentes.
Atomium Culture, la primera plataforma intersectorial europea que reúne a los principales exponentes europeos de la universidad, los medios de comunicación y la empresa, se creó con ese objetivo. Y con el fin de apoyar las iniciativas europeas que poseen mejores prácticas y un modelo innovador —ya presentadas de antemano al presidente de la Comisión Europea y a los Gobiernos de varios Estados miembros—, AC va a poner pronto en marcha “REIsearch – Research Excellence Innovation Network” (reisearch.eu), la Red de Investigación, Excelencia e Innovación, en colaboración con las instituciones que se han comprometido a proporcionar a Europa una red fidedigna que sirva de nexo entre los investigadores y las bases de datos de los Estados miembros.
Confiamos, por tanto, en que los dirigentes de los Estados miembros de la Unión Europea aprovechen este momento tan importante y vinculen la investigación y la innovación a las necesidades acuciantes que constituyen sus grandes prioridades: la investigación y la innovación serán el futuro de Europa.
El futuro siempre es una prioridad.

Valéry Giscard d’Estaing, Presidente de honor de AC, expresidente de Francia
Michelangelo Baracchi Bonvicini, Presidente de AC
Felipe González Márquez, Presidente del Consejo Asesor de AC, exprimer ministro de España

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