Los secuestradores de la nación
Es claro entonces que México está
secuestrado por una cáfila de líderes sindicales intocables, venales y
vitalicios para nuestra vergüenza republicana.
Francisco Martín
Moreno
La
Reforma Laboral representa la primera prueba de fuego para la futura
administración de Peña Nieto ya antes de tomar posesión como Jefe del Estado
Mexicano. Se verá a contraluz la capacidad de negociación del supuesto nuevo
PRI en el Congreso de la Unión, que, según se dice, finalmente dejará de ser la
carpa más grande México.
Se verá su compromiso de ir a fondo
en la defensa de los intereses de las mayorías a pesar de enfrentar a los
propios grupos de poder que sostuvieron al PRI durante los horrores de la
“Dictadura Perfecta”; quedarán evidenciadas las verdaderas intenciones de Peña
en el sentido de modernizar al país, armándolo con una legislación actualizada
acorde con los acelerados procesos de globalización existentes que exigen
principios básicos de competitividad para captar capitales, contratar
masivamente empleos y generar riqueza.
Se comprobarán sus declaraciones
relativas a la democracia sindical, de modo que los trabajadores públicos
puedan elegir democráticamente a sus líderes en voto secreto y seguro, de modo
que no existan secretarias “vitalicias” como la presunta profesora Gordillo, un aborto republicano.
Se trata no solo de democratizar a los
sindicatos, sino de poder auditarlos y descubrir el destino auténtico de las
cuotas de los trabajadores, es decir, abrir esas cajas de reptiles de las
tesorerías sindicales de Pemex, de CFE, de la SEP, del FSTSE, entre otros más,
en donde nunca, ninguna autoridad se ha atrevido a meter la mano por
miedo-pánico a que el país se quede paralizado o a oscuras sin abasto de
energía eléctrica o de gasolina o estalle una huelga nacional de maestros o de
médicos o de burócratas.
Es claro entonces que México está secuestrado por una cáfila de líderes
sindicales intocables, venales y vitalicios para nuestra vergüenza republicana,
que deben ser extirpados de modo que la soberanía nacional, hoy en sus manos
apestosas y ensangrentadas, pase a las de la nación. A través de la reforma
laboral se pretende auditar a dichas tesorerías.
Exigir el rendimiento de cuentas
transparentes de los recursos sindicales, acabar con la histórica opacidad;
imponer el voto universal, libre y secreto para renovar democráticamente a las
dirigencias; respetar la autonomía sindical y el artículo 123, sobre la base de
que ésta no sea entendida como un territorio inaccesible a la ley y a los
poderes públicos.
Actualizar los derechos de huelga y de separación
del trabajo. Acabar con las imágenes detestables de los líderes corruptos
vitalicios y estar en igualdad de condiciones legislativas en el contexto de
las naciones con las que competimos comercialmente.
EPN y el PRI cuentan con dos semanas en
términos de la iniciativa preferente en vigor, para cumplir sus promesas de
campaña y enfrentar la resistencia de la oposición en el congreso; dos semanas
para negociar con las organizaciones sindicales priístas, entre otras que se
niegan a perder sus privilegios adquiridos; pactar, si fuera posible, con la
izquierda fanática y retrógrada y amenazadora…
Bien visto, lo anterior no pasa de ser un
mero cuento político, porque el diputado Carlos Aceves del Olmo, de la CTM,
será quien presida la Comisión del Trabajo en el congreso, es decir la santa
madre iglesia en manos de Lutero… ¿Adiós a la reforma laboral…? ¿Adiós, adiós
también, a la imagen modernizadora de Peña Nieto antes de tomar posesión…?
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