lunes, 17 de septiembre de 2012

La muerte sorpresiva del embajador japonés

Se especula que el estrés del conflicto está detrás del fallecimiento de Shinichi Nishimiya en Tokio, tras ser hallado inconsciente en las calles de la capital japonesa

Shinichi Nishimiya. / AFP

La sorpresiva muerte del nuevo embajador de Japón en China, que debía asumir el cargo en octubre, ha desatado la especulación en su país, donde algunos la han ligado a la reciente escalada de tensión entre Pekín y Tokio, provocada por las disputas territoriales por un grupo de islas en el mar de China oriental.
Shinichi Nishimiya, de 60 años, falleció el domingo en un hospital de Tokio, tres días después de ser ingresado tras haber sido hallado inconsciente en las calles de la capital japonesa, según confirmó el ministerio de Asuntos Exteriores. El Gobierno japonés se ha apresurado a atajar cualquier especulación y ha asegurado que el fallecimiento del diplomático no tiene nada que ver con ningún accidente ni con ninguna manifestación antijaponesa en China y que los médicos están investigando las causas de la muerte.

Nishiyima, que fue designado oficialmente el martes de la semana pasada, fue trasladado el jueves a un hospital después de sentirse enfermo en una calle cerca de su casa, en el distrito de Shibuya.
El diplomático debía sustituir a Uichiro Niwa cuando las relaciones entre los dos países atraviesan uno de los momentos más complicados de las últimas décadas. Algunos medios japonenses achacaron el síncope del embajador a la tensión que acarrea la responsabilidad de gestionar los lazos con China en un momento como el actual.
Cientos de manifestantes se congregaron el domingo ante la embajada de Japón en Pekín, arrojaron botellas y cantaron eslóganes antijaponeses. El día anterior, los alborotadores intentaron entrar en el edificio. Las protestas han tenido lugar en decenas de ciudades chinas.
Niwa provocó las críticas en algunos círculos en su país cuando advirtió que los planes del gobernador de Tokio de comprar las islas en disputa, que están controladas por Japón, podrían provocar una crisis con China y poner en peligro las relaciones económicas mutuas. Finalmente, fue el Gobierno japonés quien la semana pasada adquirió tres de las islas, nacionalizándolas de hecho, ante el enojo de Pekín.

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