lunes, 10 de septiembre de 2012

Colombia: Quedamos notificados

Colombia: Quedamos notificados – por Fernando Londoño Hoyos

Las Farc no se han movido un centímetro, ni un segundo, de los espacios y los tiempos de ‘Tirofijo’. La pesadilla del Caguán ha vuelto. Solo que peor.
La comedia de este martes, que ni a drama alcanza la burda representación teatral a la que hemos asistido, despejó cualquier duda al que la tuviera y nos dejó notificados de lo que se nos vino encima.
En el cruce de discursos vimos al Presidente vacilante, indeciso, sin convicción ni fuerza. Y a ‘Timochenko’ en lo suyo. Leyendo el más cuidadoso discurso mamerto, se declaró reivindicado política y militarmente. En otras palabras, legitimado para entenderse con los delegados del Gobierno de igual a igual. Es una alta parte contratante la que viene a la mesa. Quedamos notificados.

Quedamos notificados de quién llega a las tertulias de La Habana con paso de vencedores. Los teníamos en las guaridas de la selva y en los socavones de su ruina moral. Les hemos devuelto cuanto habían perdido.
Quedamos notificados de que arrancamos de semejante proposición esencial: las víctimas de la guerra no lo son de las Farc. Las víctimas deben su suerte a la burguesía ambiciosa que impera en Colombia y que durante 50 años no quiso oír ni hablar de paz.
Quedamos notificados de cómo en La Habana no tiene para qué hablarse de entrega de armas, ni de rendición, ni de castigo para los que han cometido todos los delitos que diseñó la maldad humana. Las motivaciones del acuerdo, como nos lo temíamos, son su parte esencial. Lo que va a discutirse en Cuba es la estructura espiritual y material de la República. No es una mesa de diálogo. Es una Constituyente la que nos armaron.
Quedamos notificados de que es preciso acabar con la economía liberal, empezando por la que gobierna el campo. Tierras para el que trabaja, manualmente, claro, y las Farc serán árbitros de la nueva propiedad agraria. Nada de economía de mercado. Es preciso destruir las oligarquías ahítas de poder y riquezas. Al proletariado le llegó su hora. La lucha de clases ha quedado establecida y autorizada.
Quedamos notificados de que estamos al fin de la inversión extranjera en el sector minero de la economía. Tal vez de la otra también. Sólo que el bueno de ‘Timo’ apenas fue explícito condenando a los ladrones que explotan nuestros recursos naturales. La guerra armada y terrorista contra la industria minera y petrolera no venía por casualidad. Era el plato de entrada para las charlas de La Habana.
Quedamos notificados de que las Farc querían el desmantelamiento total e inmediato de nuestras Fuerzas Militares y de Policía. Como no lo consiguieron, acusan al Gobierno, con el que se abrazarán en Oslo y se besuquearán en La Habana, de amigo de la violencia. Mientras tanto, se dedicarán a conseguir la participación de toda la sociedad, ya sabemos lo que para ellas significa “toda” la sociedad, y a promover levantamientos populares para amenizar la guerra de terror que el propio presidente Santos nos anunció sin asomo de vergüenza.
Quedamos notificados de que intentarán sublevar al Ejército contra sus jefes y contra la Nación. Más claro no nos lo pudieron decir. Tienen noticias abundantes de la postración del alma militar. La guerra política y jurídica contra oficiales y soldados, y el abandono en que los tienen, les abrió la puerta para este intento.
Quedamos notificados de que hay que agradecer, y por supuesto imitar, a los anfitriones de este maravilloso espectáculo. Gracias a los Castro y a Chávez hemos avanzado tanto en el camino de la paz. A Chile ni lo mencionaron. Vamos en línea recta y sin escalas al Socialismo del Siglo XXI.
Finalmente, quedamos notificados de lo principal: las Farc no se han movido un centímetro, ni un segundo, de los espacios y los tiempos de ‘Tirofijo’. La pesadilla del Caguán ha vuelto. Solo que peor. En la nueva era, todo vale. No se aceptan reclamaciones. Ni hay devoluciones.

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