SENADOR MANUEL BARTLETT
DÍAZ:
Yo no fui, fue te-te…
Estribillo popular
Conocí a Leonardo Valdés Zurita cuando realizaba su precampaña para la presidencia del Consejo General del IFE, y me contó lo que ahora le comparto:
Para la elección presidencial del año 1988, en la que contendieron Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Salinas. Valdés Zurita, a quien usted ya conocía, era un militante prestigioso del Partido Mexicano Socialista fundado por Heberto Castillo y en esa condición logró ser su representante ante la Comisión Federal Electoral, antecesora del Instituto Federal Electoral.
Yo no fui, fue te-te…
Estribillo popular
Conocí a Leonardo Valdés Zurita cuando realizaba su precampaña para la presidencia del Consejo General del IFE, y me contó lo que ahora le comparto:
Para la elección presidencial del año 1988, en la que contendieron Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Salinas. Valdés Zurita, a quien usted ya conocía, era un militante prestigioso del Partido Mexicano Socialista fundado por Heberto Castillo y en esa condición logró ser su representante ante la Comisión Federal Electoral, antecesora del Instituto Federal Electoral.
Así fue como Valdés Zurita se encontraba en el salón de sesiones de la CFE —en el viejo edificio café de la avenida de los Insurgentes sur, que hoy ocupa el Registro Nacional de Electores— la noche del domingo 6 de julio de 1988, que usted presidía en su calidad de secretario de Gobernación cuando estalló el escándalo de la histórica caída del sistema…
¿Histórica, porque sucedió y generó toda la corriente de desconfianza que hasta la fecha persiste contra la autoridad electoral, o más por el hecho que la provocó? Déjeme revivir aquella situación de acuerdo con la versión personal -no textual sino como la recuerdo- del testigo presencial Leonardo Valdés Zurita:
El problema se suscitó porque -algo no común en aquellos tiempos- comenzaron a llegar por delante al sistema electrónico de la Comisión Federal Electoral los resultados de algunas de las entidades mayores -el Distrito Federal y el Estado de México o Michoacán, si mal no recuerdo- con votaciones superiores para Cárdenas.
Fue tal el impacto provocado por aquellas cifras que, de pronto, ocurrió la inexplicable suspensión de información en el sistema de la CFE, aunque no del conteo electoral en sí mismo. Este siguió fluyendo y con las horas, a medida que fueron llegando los resultados de las demás entidades, volvió la tranquilidad en las filas priistas cuyo candidato Carlos Salinas, comentó Valdés Zurita, sí ganó la elección.
Usted ha explicado que el presidente Miguel de la Madrid le ordenó suspender la información mientras que el equipo salinista le presionó para adelantar el triunfo priista. Que usted jamás pronunció las palabras se cayó (o calló…) el sistema. Siempre fue obvio que no hubiera usted actuado así por iniciativa propia; a lo mucho, habría usted dado la idea, entrenado como estaba para cocinar fraudes patrióticos como el de la gubernatura chihuahuense.
El hecho cierto fue que se calló (o se cayó…) la información del sistema por instrucciones suyas, senador Bartlett, en su calidad de presidente de la Comisión Federal Electoral y secretario de Gobernación. Hubo un corte en el procedimiento legal, quizás de verdad ordenado por el Presidente de la República, como un intento de favorecer al candidato priista Carlos Salinas de Gortari, que persistió hasta que la información del resto de las entidades fluyó y modificó la tendencia inicial de la elección.
Podríamos, entonces, hablar de un fraude electoral efímero, instantáneo, fugaz; o incluso apenas un fraude electoral en grado de tentativa. Pero existió y la mano que lo instrumentó fue la suya, de eso no hay vuelta de hoja. Pudo haberse negado a proceder como se lo ordenaba su jefe el presidente, pero decidió seguir adelante y esta precisa acción propició lo que usted ha llamado “la fractura de un PRI que comenzó a romper su base social para quedar en manos de ‘un grupo de tecnócratas’ que lo ha llevado al conservadurismo y la derecha…” (Entrevista de Andrea Becerril para La Jornada, 1 de septiembre de 2008, reproducida por El Revolucionario).
¿Pero qué tal el pago por sus servicios: la secretaría de Educación Pública primero y la gubernatura poblana después? El fin justifica los medios, ¿verdad? Mientras la conciencia aguanta si es que ese fue su caso. ¿O sólo fue asunto de pragmatismo político?
He hecho este relato porque el miércoles pasado no pudo guardar usted el silencio que le hubiera resultado muy conveniente dado que no era, por todo lo escrito arriba, el mejor calificado para llamar a la última elección presidencial “de las más sucias de la historia”. A menos, claro, que lo haya hecho en defensa de su propia obra.
Pero, cuidado, senador, con restar méritos a las obras de su actual jefe, el peje… Él disfruta con el dolor que le provocan sus cuatro derrotas electorales, pero eso le da siempre fuerza para seguir adelante, cobijado con el papel de la víctima eterna, que a fin de cuentas talento e imaginación le sobran para inventar mentiras o para reciclarlas, como casi a todos consta -naturalmente a usted entre los primeros; jamás ha sido tonto ni ingenuo y además es tabasqueño…-.
Que sea feliz, como secretario general del Partido del Movimiento de Regeneración Nacional, pues Monreal ya dio de sí.
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