sábado, 17 de marzo de 2012

¿Por qué Mises (y no Hayek)?

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Déjenme empezar con una cita de un artículo que mi viejo amigo Ralph Raico escribió hace unos 15 años:
Ludwig von Mises y F.A. Hayek son ampliamente considerados los más eminentes pensadores liberales clásicos de este siglo. También son los dos economistas austriacos más conocidos. Fueron grandes intelectuales y grandes hombres. Tuve la suerte de tener a ambos como maestros. (…) Aún así, está claro que el mundo los trata de forma muy diferente. A Mises se le negó el Premio Nobel de economía, que ganó Hayek el año siguiente a la muerte de Mises. De Hayek se hacen ocasionalmente antologías y se estudia en cursos universitarios, cuando es imposible evitar un portavoz de la libre empresa; Mises es prácticamente un desconocido para la academia estadounidense. Incluso entre organizaciones que defienden el libre mercado en general, es Hayek el honrado e invocado, mientras que Mises es ignorado o enviado al fondo.

Ley y justicia en la sociedad celta irlandesa

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El ejemplo histórico más notable de una sociedad con leyes y cortes libertarias, sin embargo, ha sido descuidada por los historiadores hasta muy recientemente. Esta fue también una sociedad donde no sólo habían cortes y leyes libertarias, sino que éstas funcionaban dentro de una sociedad sin gobierno y puramente libertaria. Ésta era la Irlanda antigua -una Irlanda que persistió en esta trayectoria libertaria por unos mil años hasta su conquista brutal por parte de Inglaterra en el decimoséptimo siglo. Y, en contraste con muchas tribus primitivas de funcionamiento semejante (tales como los Ibos en África del oeste, y muchas tribus europeas), la Irlanda de antes de la conquista no era en ningún sentido una sociedad “primitiva”: era una sociedad altamente compleja que fue, por siglos, la más avanzada, la más cultivada, y más civilizada en toda la Europa Occidental.

Libertarismo en una sola frase

David Bergland ofreció una vez el Libertarismo en una lección. Me gustaría ofrecer el libertarismo en una sola frase. La formulación más concisa del libertarismo que se me ocurre es la siguiente:
Otras personas no son tu propiedad. En otras palabras: no son tuyos para que les mandes. Sus vidas no son tuyas para microgestionarlas. Los frutos de sus trabajos no son tuyos para disponerlos. No importa lo inteligente o maravilloso o útil que sería lo que sea que quieras que otras personas hagan. No es asunto tuyo si usan cinturones de seguridad, rinden culto al dios correcto, tienen relaciones sexuales con las personas equivocadas, o participan en transacciones de mercado que te irritan. Sus opciones no son tuyas para dirigirlas. Son seres humanos como tú, tus iguales bajo la ley natural. No posees autoridad legítima alguna sobre ellos. Mientras ellos no crucen la línea y empiecen a tratar a otras personas como su propiedad, no tienes ningún fundamento moral para iniciar la violencia contra ellos, ni para autorizar a cualquier otra persona que lo haga en tu nombre. El principio básico de las relaciones sociales civilizadas fue enunciado en 1646 por Richard Overton:

Por qué Fracasó el Socialismo

por Mark J. Perry

El socialismo es la Gran Mentira del siglo veinte. Prometiendo prosperidad, igualdad y seguridad, sólo ha producido pobreza, miseria y tiranía. Ha conseguido igualdad, pero sólo haciéndonos a todos iguales en la miseria.
Así como una "pirámide" o una cadena de cartas puede al comienzo marchar bien pero eventualmente se colapsa, el socialismo puede inicialmente mostrar algunos signos de éxito. Sin embargo, sus logros se marchitan tan pronto emergen las deficiencias fundamentales del sistema de planeación central. Es ése ilusorio éxito inicial lo que vuelve atractiva la intervención perniciosa de los gobiernos. Pero a la larga el socialismo ha sido siempre la fórmula para la tiranía y la miseria.

Anarcocapitalismo en la Práctica: La Critarquía en Somalia De la nación-estado a la nación sin estado: Somalia

por Michael van Notten

Hace casi diez años, la nación somalí abolió su gobierno central y se convirtió así en una nación sin estado. Como resultado, el pueblo somalí es hoy más pacífico y ha llegado a ser más próspero que antes. Este acontecimiento único en la historia política del mundo merece toda nuestra atención. Sobre todo ahora que por todas partes los pueblos piden una alternativa a la democracia. La democracia llegó a ser popular porque prometió menos impuestos y más libertad que la que existía bajo la monarquía. Pero no pudo cumplir su promesa; los impuestos se llevan hoy en promedio la mitad de la riqueza de cada uno sin darle mucho a cambio. Y sus regulaciones limitan seriamente la libertad y la productividad de los ciudadanos. Se estima que la gente produciría de 4 a 8 veces más abundancia sin esas regulaciones democráticas.
Permítame, primero, contarle un poco de la historia política del pueblo somalí, una nación en el este de África cuya población actual es de unos 15 millones de personas. Esta nación habita un territorio semiárido del tamaño de Francia. Mide aproximadamente un millón de kilómetros cuadrados. Poco después de la construcción del canal de Suez en 1869, el territorio somalí fue invadido y ocupado por cuatro potencias coloniales: Gran Bretaña, Italia, Francia y Etiopía. Al final del período colonial, cada una de estas cuatro partes tuvo su propio gobierno central, manejado por los políticos locales, que fueron entrenados para ello por las potencias respectivas. En enero de 1991, los gobiernos centrales de la Somalia británica e italiana fueron desmantelados. Al mismo tiempo, cada una de las sesentaitantas tribus somalíes reafirmaron su independencia política. Los jefes de cada tribu asumieron la responsabilidad de mantener ley y el orden.
Esto, "ley y orden", no tiene nada en común con la democracia. Sería mejor describirlo como "un mercado libre para el suministro, la adjudicación y el cumplimiento y aplicación de la ley" ("a free market for the supply, adjudication and enforcement of law"). La ley somalí consiste en leyes consuetudinarias. Estas leyes existen en muchos países, pero solamente en Somalia son la ley suprema. Como uno puede imaginar, las leyes consuetudinarias son de dos clases, unas que oprimen a las personas, y otras que reconocen su derecho a la vida, a la libertad y a la prosperidad. En Somalia, la mayoría de estas leyes consuetudinarias son del segundo tipo. Exceptuando unas pocas reglas, las leyes somalíes reconocen a todo mundo su derecho a la propiedad privada, lo que incluye el principio del libre cambio. De esa manera, la ley consuetudinaria somalí es muy cercana a la ley natural. (Y por esto, para una mejor comprensión de la ley somalí, será útil entender más acerca de tal ley natural).

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