Las críticas a la “encerrona” sufrida por Berlín y a las “devastadoras” concesiones de la canciller combinan una reacción conservadora (“vienen a por nuestro dinero”) con otra nacionalista (“Alemania acorralada”); y una náusea casi fisiológica ante la inminente orgía monetaria del BCE. El sentimiento de una Alemania emboscada por una alianza de la periferia (Italia y España) avalada por Francia, con lo que implica de ruptura de la lealtad en el eje París-Berlín, ha levantado ampollas. Horst Seehofer, líder de la Unión Social Cristiana bávara (partido hermano de la Unión Cristiano-Demócrata de Merkel, cuyos escaños sostienen el Gobierno de Berlín), amenazó con hacer caer la coalición si hay otra cesión que comprometa más al país en el rescate del sur. Hans-Werner Sinn, el economista más famoso de Alemania, ha escrito una carta abierta a la canciller, firmada por más de 200 economistas, en la que advierte que “nuestros hijos y nietos sufrirán” si se concreta una unión bancaria. A lo que se suma el horror de la prensa alemana ante el plan de compra “ilimitada” de bonos aprobado por el BCE —con el único voto en contra del Bundesbank—: “Cheque en blanco a los Estados deudores”, titula Bild; “Muerte del Bundesbank”, se indigna Die Welt. La actitud contraria al rescate del euro es ya mayoritaria: un 54% —según una encuesta de Der Spiegel— se opone si implica más dinero alemán en nuevos rescates.
La imagen, al otro lado del Rin, es la de un Gulliver alemán, sano y fuerte, maniatado por las deudas financieras, las debilidades económicas y las trampas sociales de sus liliputienses socios mediterráneos. “La Unión Europea —editorializa el Süddeutsche Zeitung— se encuentra amenazada por un corrosivo conflicto Norte-Sur que podría devorar todo lo conseguido hasta ahora en la integración europea. Un ingrediente es la inquebrantable convicción entre los alemanes, claramente fomentada por el Gobierno, de que la crisis ha sido creada exclusivamente por los perezosos europeos del sur que han vivido por encima de sus posibilidades. El otro ingrediente es la visión de que los alemanes, como principales beneficiarios del euro, han estado viviendo a expensas del resto. Ningún rescate puede salvar el euro, si la Unión Europea no puede superar esta desconfianza”.
Europa está siendo desgarrada entre lo económicamente necesario y lo políticamente posible. Mientras lo primero (salvar a la periferia de su vulnerabilidad fiscal-financiera) es urgente y se vuelve más costoso cada día; lo segundo (crear las condiciones institucionales que legitimen el rescate y refuercen la gobernanza del euro) es importante y necesario, pero el margen político cada vez más estrecho y el horizonte temporal más largo. La eurozona necesita solidaridad financiera inmediata (instrumentada a través del BCE y el MEE, que tendrá que dotarse de una licencia bancaria para multiplicar su potencia financiera) y, eventualmente, eurobonos. Para evitar un pánico bancario (fuga de depósitos desde el Sur) es preciso un seguro de depósitos y un fondo de recapitalización y resolución bancaria comunes. Pero Alemania y los países del núcleo no pueden soportar políticamente la solidaridad fiscal y la mutualización del riesgo sin avanzar hacia la unión fiscal y la unión bancaria —es decir, hacia el control centralizado de los presupuestos nacionales y de los bancos—. Algo impensable sin una unión política. Todo lo cual conlleva una compleja, lenta e incierta revisión de los Tratados de la Unión (que precisa unanimidad de los 27). Hasta ahora, la postura de la canciller Merkel se ha limitado a decir “nein” a casi todo, evitando “soluciones mágicas” a corto plazo y el gran diseño a largo plazo que horrorizaba a Jean Monnet. Que el fuego lento de los mercados imponga a las economías del Sur la medicina de la austeridad fiscal y el ejercicio de las reformas estructurales parece ser la única estrategia discernible.
España haría bien en equilibrar su alianza con Italia y Francia, para suavizar la rigidez impuesta por Berlín
Javier de la Puerta González-Quevedo
es profesor de Política Internacional en la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo (Estudios para Extranjeros) en Sevilla, y Editor del
Informe Tendencias Globales de Thinking Heads Research.
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