Algunas frases de personajes conocidos definen con exactitud las dificultades con la que los medios de comunicación libres atraviesan el Rubicón rojo rojito del gobierno que controla la más grande red de medios públicos convertidos en instrumentos de una implacable y fastidiosa campaña de propaganda permanente que lleva ya más de trece años las 24 horas del día.
El presidente norteamericano John F. Kennedy señalaba “No tenemos miedo de confiarle al pueblo estadounidense hechos desagradables, ideas extranjeras, filosofías ajenas y valores competitivos, pues una nación que tenga miedo de permitirle a su pueblo juzgar la verdad y la falsedad en un mercado libre y abierto, lo que demuestra es miedo a su propia gente”.
A Voltaire le achacan otra expresión parecida, basada en la que si fue cierta en una carta suya de 1770: “Detesto lo que escribe, pero daría mi vida para que le sea posible seguirlo escribiendo”. El líder israelí David Ben-Gurión enfatizaba que “La gran prueba de la democracia era la libertad de criticarla”. Noam Chomsky, leído y promocionado por Hugo Chávez, tiene una máxima muy apropiada para lo que le acontece a los chavistas: “Si no creemos en la libertad de expresión para las personas que despreciamos, no creemos en ella en absoluto”.
En fin, todas ellas aluden a un tema que causa escozor al régimen venezolano que desprecia las opiniones ajenas, las denuncias fundadas y los reclamos de quienes se sienten engañados por la acción del gobierno bolivariano. Un gobierno así tiene que temerle a la verdad. Por eso se instala en Cuba.
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