jueves, 15 de marzo de 2012

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Análisis & Opinión

Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.
  • A pocos metros de la Plaza de San Francisco se ve la glamorosa vidriera de una tienda Vía Uno. Zapatos de piel con afilados tacones, un tanto inútiles para las irregulares aceras de La Habana. Bolsos con pliegues y ribetes dorados en los que pareciera que cabe el mundo, que hubiera espacio para toda la ciudad. 
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La gente curiosa se detiene frente al cristal y algunas mujeres entran a mirar de cerca, aunque muy pocas salen con alguna compra entre las manos. Allí está la adolescente que pronto cumplirá 15 años insistiéndole a la madre para que desembolse los ahorros en unos botines rojizos. También la funcionaria de una nueva corporación, con la boca abierta y las cejas levantadas ante los precios que llegan a las tres cifras. Cruzando la calle -justo frente a la puerta de la boutique- hay una anciana con la mano extendida pidiendo dinero.
Como en una fotografía sobreexpuesta, los contrastes sociales se perciben cada día con más fuerza en la vida cubana. Mientras muchos se levantan con la angustiante pregunta de “¿qué voy a comer hoy?, una nueva clase -con moneda convertible en el bolsillo- alardea de consumir los artículos de tiendas exclusivas.
Como en una fotografía sobreexpuesta, los contrastes sociales se perciben cada día con más fuerza en la vida cubana. Mientras muchos se levantan con la angustiante pregunta de “¿qué voy a comer hoy?, una nueva clase -con moneda convertible en el bolsillo- alardea de consumir los artículos de tiendas exclusivas.
Gente que gracias a la corrupción, los negocios privados, las remesas o los privilegios gubernamentales accede a una ropa más cara, mejores alimentos, a mercancías que no están al alcance de la gran mayoría.
En las zonas turísticas, esos claroscuros se aprecian con mayor nitidez, disparidad. Es ahí donde la Cuba de varios niveles se hace más visible, más dolorosa. Es ahí donde se desmiente ese concepto de “igualdad” que todavía se escucha en innumerables consignas, que habita -como un espejismo- en la mente de tantos fuera de nuestras fronteras.
Bajo el resplandor que despide el cartel lumínico de letras afiladas, un señor vende cucuruchos de maní. Ni una sola sílaba de su pregón se escucha dentro de esa tienda climatizada, mucho menos en el probador, donde alguien sube la cremallera de una prenda de lujo.
*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

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