jueves, 22 de septiembre de 2011

Derechos al “genocidio financiero”

Grecia

Viena
Tesalónica, el 16 de septiembre. Un hombre se intenta inmolar para protestar contra el Gobierno, los bancos y los partidos políticos.

Tesalónica, el 16 de septiembre. Un hombre se intenta inmolar para protestar contra el Gobierno, los bancos y los partidos políticos.

AFP

¿Cómo que los griegos “rehúsan ahorrar”? Un jurista de Viena, que está sobre el terreno en Atenas, les ha observado en su día a día y ha llegado a la conclusión de que ahorran hasta la saciedad.

No podemos quedamos impasibles ante las distintas declaraciones de los altos dirigentes de Europa, algunos rozan la imbecilidad en sus manifestaciones respecto a esos “holgazanes” de los griegos que “rehúsan ahorrar”.

Hace dieciséis meses que tengo una segunda residencia en Atenas, he vivido sobre el terreno esta situación dramática. Se quejan de que los planes económicos no funcionan porque los ingresos fiscales caen en picado. Se cuestiona la voluntad de ahorrar de los griegos. ¡Sorprendente! He aquí algunos datos ilustrativos:

- Reducciones salariales y de las pensiones hasta del 30%.

- Reducción del salario mínimo a 600 euros.

- Alza dramática de los precios (fuel doméstico +100%; gasolina +100%, electricidad, calefacción, gas, transportes públicos +50%) en los últimos quince meses.

- Un tercio de las 165.000 empresas comerciales han cerrado; un tercio ya no puede hacer frente a los salarios de sus empleados. En toda Atenas se ven carteles amarillos con la palabra “Enoikiazetai” en letras rojas – “Se alquila”.

- En este ambiente de miseria, el consumo (la economía griega siempre ha estado muy centrada en el consumo) ha caído de manera catastrófica. Las parejas con dos sueldos (cuyos ingresos familiares alcanzarían hasta ahora los 4.000 euros) de repente se encuentran únicamente con dos subsidios de desempleo de 400 euros y que se empiezan a percibir con meses de retraso.

- A los funcionarios estatales, o de empresas próximas al Estado, como Olympic Airlines o los hospitales, no se les paga desde hace meses y el pago de su remuneración queda aplazado hasta octubre o incluso “el año que viene”. El Ministerio de Cultura ostenta el récord. Numerosos empleados que trabajas en la Acrópolis llevan veintidós meses sin cobrar y cuando ocuparon la Acrópolis durante una manifestación (pacífica) recibieron gases lacrimógenos en lugar del dinero que se les debía.

- Todo el mundo está de acuerdo en que los miles de millones de los pagos del reflotamiento de la UE revierten en un 97% directamente a la propia Unión, a los bancos, para enjugar la deuda y las nuevas tasas de interés. Así se hacer recaer el problema discretamente sobre los contribuyentes europeos. Hasta el momento del crac, los bancos percibían intereses copiosos y los créditos son una pesada losa sobre los contribuyentes. Y sin embargo (¿todavía?) no hay dinero para realizar reformas estructurales.

- Miles y miles de autónomos, conductores de taxi y de camiones, han tenido que desembolsar miles de euros para comprar su licencia, e incluso han recurrido a préstamos para hacerlo. Hoy en día se encuentran frente a una liberalización del mercado que hace que los recién llegados apenas deban pagar nada, mientras que quienes ya estaban en él desde hace tiempo mantienen la carga de sus créditos, que deben devolver a pesar de todo.

- Se crean nuevas tasas. Así, para poner una denuncia en la policía, hay que desembolsar en el momento 150 euros. La víctima tiene que sacar la cartera si quiere que se tenga en cuenta su denuncia. Al mismo tiempo, los policías tienen que hacer colectas para llenar los depósitos de los coches patrulla.

- Se ha creado un nuevo impuesto inmobiliario, asociado a la factura de la electricidad. Si no se paga, se corta la luz de la vivienda.

- Hace meses que las escuelas públicas no reciben un libro. El Estado ha acumulado grandes deudas con las editoriales, que ya no se realizan envíos. Los alumnos sin embargo reciben CD y sus padres deben comprarles ordenadores para que puedan seguir las lecciones del curso. También se desconoce cómo van a cubrir los gastos de calefacción las escuelas – especialmente las del norte del país.

- Todas las universidades están paralizadas de hecho hasta finales de año. Muchos estudiantes no pueden ni presentar sus proyectos, ni hacer exámenes.

- El país se prepara para una ola de emigración masiva y se aprecia cómo aumenta el número de gabinetes que asesoran al respecto. Los jóvenes no ven ningún futuro en Grecia. La tasa de paro alcanza el 40% entre los jóvenes titulados y el 30% para los jóvenes en general. Quienes trabajan lo hace por un sueldo mísero y parte lo hacen en negro (sin seguridad social): Cobran 35 euros por diez horas de trabajo al día en la hostelería. Las horas extra no se pagan. El resultado, ya no queda espacio para las inversiones de futuro como la educación. El Gobierno griego no recauda ni un duro en impuestos.

- Las reducciones masivas de empleados públicos se llevan a cabo de manera antisocial. Esencialmente, se han deshecho de personas a las que les quedaban unos meses para llegar a su cuota para jubilarse normalmente, de esta manera, únicamente tendrán que pagarles un 60% de la pensión habitual.

¿Qué ha sido del dinero de las últimas décadas?

La pregunta que está en boca de todos es: ¿Qué ha sido del dinero de las últimas décadas? A todas luces, no está en los bolsillos de los ciudadanos. Los griegos no tienen nada en contra del ahorro, simplemente, ya no les da. Quienes trabajan se dejan la vida en ello (acumulan dos, tres y hasta cuatro empleos).

Se han evaporado todo el acervo de política social de las últimas décadas en relación a la protección de los trabajadores. La explotación tiene por tanto vía libre; además, en las pymes, normalmente es cuestión de supervivencia. Cuando se sabe que los responsables griegos han cenado con los representantes de la troïka [Comisión Europea, BCE y FMI] gastando 300 euros por cubierto, sólo cabe preguntarse en qué momento acabará explotando esta situación.

La experiencia de Grecia debería poner en alerta a la vieja Europa. Ningún partido a favor de una razonable ortodoxia presupuestaria hubiese podido aplicar su programa: nunca hubiesen resultado electos. Hay que ir contra la deuda en la medida en que todavía está relativamente bajo control, antes de que se convierta en un genocidio financiero.

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