REFLEXIONES
LIBERTARIAS
Ricardo
Valenzuela
Sale muy nerviosa
y entra a la sala donde los demás ya disfrutaban de los aperitivos, se sirve un
jerez y pregunta ¿no nos va acompañar Vallian? Responde don Julián, no, porque
parece que los apaches que estaba siguiendo le pegaron un rozón y está
descansando en su habitación. Pilar no solo sorprendida sino muy alarmada
pregunta. Pero ¿Qué pasó? ¿Está bien? Si, responde don Julián, solo le pegaron
un balazo cerca del cuello, pero está bien. Pero como que está bien, le pegaron
un balazo, no puede estar tan bien, replica Pilar. No me digas que te preocupa
el muchacho Pilar. Por qué de una vez nos dices quien en realidad es Vallian,
que de repente aparece y lo recibes con brazos abiertos como si fuera tu hijo, y,
aparentemente, lo estás invistiendo con una serie de importantes
responsabilidades, revira Pilar.
Está bien,
dice Don Julián, pero si hablo necesito de parte de ustedes un solemne
juramento de que van a guardar este secreto, hasta que yo lo decida. Uno por
uno juran guardar el secreto. Bien, dice don Julián. Vallian es mi sobrino.
Todos se quedan con la boca abierta sin entender lo que decía. No me
interrumpan y les voy a explicar. Mi esposa, en paz descanse, tuvo un hermano
que era muy aventurero y alrededor de
1840, después de haber emigrado a EU, sus inquietudes lo hicieron aparecer en
Los Sicomoros. La rama familiar de ustedes, ya se habían marchado a España y
aquí viene lo triste de la historia. Mi padre tuvo una hija menor que yo, se
llamaba Victoria y era sus ojos. Pero este bastardo la sedujo y desapareció.
Ella había quedado embarazada y daba a luz un niño. A la muerte de mi padre, el
tío Florentino, el menor de los hermanos de Zamora, asumía el liderazgo moral
de la familia, se volvió loco y antes que Victoria se recuperara, el hizo
arreglos para que alguien lo adoptara y olvidarnos había existido.