El liberalismo como respeto al prójimo
El liberalismo como respeto al prójimo
Two
worlds exist side by side. In one the struggle for power continues
almost as it always has done. In the other it is not power that counts,
but respect. - Theodore Zeldin, Senior Fellow, Oxford University 1994
Todos los seres humanos somos distintos
desde el punto de vista anatómico, fisiológico, bioquímico y, sobre
todo, psicológico. Tenemos distintas vocaciones, distintas inclinaciones
y distintos proyectos de vida. Para que podamos convivir en una
sociedad civilizada se hace imperioso el sistema pluralista, es decir,
la aceptación de distintas valoraciones, distintos gustos y distintas
preferencias siempre y cuando no se lesionen derechos de terceros.
No se requiere que compartamos ni
siquiera que comprendamos los proyectos de vida del prójimo, se
necesita, eso sí, que se los respete. No cabe aquí el uso de la
expresión “tolerancia” puesto que se trata de una extrapolación
ilegítima del campo de la religión al del derecho. Los derechos no se
toleran, se respetan. El recurrir a la expresión “tolerancia” implica
cierto tufillo a arrogancia y presunción del conocimiento. Trasmite la
idea de que algunos poseen la certeza y la verdad absoluta y deben
tolerar los errores de otros.
La columna vertebral del liberalismo
siempre fue el respeto irrestricto al prójimo desde que Adam Smith
utilizó por primera vez esa expresión[1]. Desde luego que esta corriente
de pensamiento se basó en el método socrático, en la noción del derecho
en Roma, en los escritos de Cicerón, y especialmente en la escolástica
tardía[2] y las obras de John Locke. De más está decir, que a partir de
Adam Smith fueron muchas las teorías y los enfoques nuevos que
enriquecieron y siguen enriqueciendo esa columna vertebral de respeto
irrestricto al prójimo. La revolución marginalista de 1870
(especialmente a través de los trabajos de Carl Menger y Eugen
Böhm-Bawerk[3]) amplió notablemente el horizonte de los estudios de
aquello que genéricamente puede llamarse liberalismo. Por esto es que no
resulta procedente el recurrir al término “neoliberalismo” puesto que
esto implicaría el sinsentido del neo-respeto[4].
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