El
banco central de EEUU anunció el jueves, 13 de septiembre de 2012, que
expandirá sus existencias de
títulos a largo plazo con compras
indefinidas de 40.000 millones de dólares de deuda hipotecaria al mes en
busca de estimular el crecimiento económico y reducir el desempleo.
En su rueda de prensa, tras la conclusión de una reunión de dos días
del
Federal Open Market Committee (FOMC), el presidente del Consejo de
la Reserva Federal, Ben Bernanke, dijo que el banco central de EEUU
continuará comprando activos, realizará compras adicionales y empleará
otras herramientas políticas apropiadas si la perspectiva del mercado
laboral no mejora sustancialmente.
[An Austrian Perspective on the History of Economic Thought (1995)]
La “alienación”, para Marx, no tiene
nada
que ver con la cháchara de moda entre los intelectuales marxistoides de
finales del siglo XX. No significaba un sentimiento psicológico, de
ansiedad o extrañamiento, del cual podría culparse de alguna forma al
capitalismo o de una “represión” cultural o sexual. Para Marx, la
alienación era mucho más
fundamental, más cósmica. Significaba, como
mínimo, como hemos visto, las instituciones del dinero, la
especialización y la división del trabajo.[1] La erradicación de estos
males era necesaria para unificar el organismo colectivo o la especie
humana “consigo misma”, curar estas divisiones dentro de “sí mismo” y
entre el hombre y “él mismo” en forma de naturaleza creada por el
hombre. Pero el mal radical de la alienación era aún mucho más cósmico
que eso. Era metafísico, una parte profunda de la filosofía y la visión
del mundo que tomó Marx de Hegel y que, con su aliada, la “dialéctica”,
proporcionó a Marx el esquema de la máquina que inevitablemente nos
traería el comunismo como una ley de la historia, con la inexorabilidad
de una ley de la naturaleza.
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