lunes, 17 de septiembre de 2012

O P I N I Ó N 
D E N I S E   D R E S S E R 
Candil de la calle
Una imagen vale más que mil palabras y la de Enrique Peña Nieto anunciando su iniciativa en favor de la transparencia lo dice todo

Una imagen vale más que mil palabras y la de Enrique Peña Nieto anunciando su iniciativa en favor de la transparencia lo dice todo. La fotografía del evento ilustra la contradicción, muestra la tensión, evidencia lo que el PRI sigue siendo aunque prometa lo contrario. Detrás del Presidente electo están sentados dos íconos de la impunidad, dos iniciadores de la pre-modernidad: Emilio Gamboa y José Emilio González, mejor conocido como "El Niño Verde". El nuevo coordinador de los senadores priistas y su principal aliado parlamentario, convocados al acto en el cual se anuncia que el PRI combatirá la corrupción. Ambos sonríen. Ambos aplauden. Ambos representan la antítesis de lo que el nuevo gobierno ofrece y a pesar de ello su longevidad política está asegurada. Ambos apoyan al candil de la calle mientras garantizan la oscuridad en casa.

Oscuridad priista forjada durante décadas de complicidad, sexenios de silencio, años de creer que la corrupción es parte de la labor de gobierno. La corrupción como tuerca, la corrupción como engrane, la corrupción como aceite que engrasa la maquinaria del poder. Y ahora Luis Videgaray anuncia que habrá una nueva forma de ejercerlo, usarlo, vigilarlo. Con el fomento de la transparencia en estados y municipios. Con la creación de una comisión nacional anticorrupción. Con la fundación de un organismo que regule el gasto público en publicidad vía los medios de comunicación. Todas ellas agendas loables; todas ellas medidas aplaudibles; todas ellas acciones que la sociedad reclama y que el PRI finalmente hace suyas. "El PRI no se le raja a México" nos dice Emilio Gamboa.

El mismo Senador Emilio Gamboa, quien fue escuchado negociando la suspensión de una iniciativa en el Senado, porque así se lo pidió su amigo Kamel Nacif. El mismo Emilio Gamboa mencionado una docena de veces en el libro de Lydia Cacho, Los demonios del edén, sobre las redes de complicidad entre políticos y pederastas en Quintana Roo. El mismo Emilio Gamboa que jamás ha sido investigado o sancionado o cuestionado por su propio partido. Y por eso su proximidad con el Presidente electo despierta dudas sobre el compromiso modernizador del PRI. Un partido que quiere tapar el sol con una comisión; quiere ahuyentar el abuso con dos órganos nuevos; quiere demostrar que combate a la corrupción creando dos instituciones nuevas para administrarla.

Ya hay normas, reglas, auditores, contralores, supervisores, ministerios públicos, fiscales, procuradores y la corrupción sigue allí. Ni la autonomía constitucional ni la hiperespecialización ni la ciudadanización servirán para combatirla. Ni los presupuestos abultados, ni los nombres rimbombantes, ni la grandilocuencia retórica servirán para erradicarla. Como ha subrayado Mauricio Merino del CIDE, las iniciativas propuestas buscan combatir la corrupción cuando ésta ya fue cometida y no intentan abatirla desde su origen. Desde que alguien es contratado por sus influencias y no por su profesionalismo, desde que alguien hace un mal manejo del presupuesto público y nadie lo detecta, desde que alguien negocia un soborno a cambio de un permiso para construir un hotel en una reserva ecológica, desde que alguien ofrece eliminar una iniciativa legislativa y asegura – como lo hizo Emilio Gamboa – "no te preocupes papá, esa chingadera no pasa en el Senado".

Quienes proponen la comisión anticorrupción prometen que sí tendrá poder real. Que gozará de facultades de investigación real. Que romperá el monopolio del Ministerio Público al poder consignar ante jueces a corruptos. Que logrará sancionar también a particulares. Que podrá pedir al Legislativo el desafuero de funcionarios. Pero cómo creer que funcionará si juzgará a los presuntos corruptos con las mismas reglas legales que hasta ahora han hecho posible la impunidad? Cómo creer que atrapará a los peces gordos si el sistema judicial actual deja libres incluso a las ballenas? Cómo creer que irá tras las conductas corruptas si no las ha sancionado jamás dentro del propio PRI o del Partido Verde? Cómo creer que investigará los casos de Walmart y la Comisión Federal de Electricidad si no ha investigado a Emilio Gamboa o al "Niño Verde" o a Carlos Salinas de Gortari?

El combate a la corrupción sólo ocurrirá cuando sea parte de una política de Estado omnicomprensiva y preventiva. Sólo se dará cuando forme parte de una agenda nacional y no sólo sea producto de una concesión postelectoral. Sólo tendrá impacto cuando haya cambios en la contratación, la licitación, la vigilancia, y la administración de los recursos públicos. Sólo surtirá efecto cuando acompañe la detección necesaria con la sanción indispensable. Y por ello, para ser verdaderamente creíble, la cruzada de Enrique Peña Nieto tendría que pasar por la limpieza de su propio partido y el distanciamiento de sus figuras más cuestionables. Tendría que decirnos qué piensa hacer con Emilio Gamboa y Arturo Montiel y Humberto Moreira y tantos priistas más. Tendría que resolver la contradicción entre ser candil de la calle y mantener la casa en penumbra.

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