jueves, 13 de septiembre de 2012

La deuda de Estados Unidos con su personal diplomático, militar y de inteligencia

David S. Addington


Las muertes en Bengasi, Libia, del Embajador de Estados Unidos en Libia y de otras personas al servicio de Estados Unidos nos proporcionan un trágico recordatorio de los grandes sacrificios que los diplomáticos, las fuerzas armadas y el personal de inteligencia de Estados Unidos que sirven en el extranjero, hacen para defender a Estados Unidos y sus intereses en todo el planeta.

En un mundo tan peligroso y especialmente en las peligrosas áreas de Medio Oriente y el Norte de África, los ciudadanos americanos que se ofrecen como voluntarios para servir en las agencias de política exterior americana y en las fuerzas armadas de Estados Unidos afrontan riesgos tanto de desórdenes públicos como de ataques intencionados por parte de terroristas.  Esos americanos arriesgan sus vidas para proteger a sus compatriotas americanos y los principios de libertad, oportunidad y libre empresa que Estados Unidos defiende en el mundo.
Ni la deflagración de una granada, ni la explosión de una bomba ni una lluvia de balas evitarán que los que sirven en el cuerpo diplomático, las fuerzas armadas y el servicio de inteligencia de Estados Unidos cumplan con sus misiones. Su continua dedicación al servicio refleja la grandeza de Estados Unidos y la dedicación del pueblo americano para proceder, como expresó Abraham Lincoln, “con firmeza en el derecho que Dios nos concede para distinguir lo correcto”.
Nuestros pensamientos y oraciones están con las familias de los caídos y con aquellos que están en primera fila en todo el mundo así como en nuestras instalaciones diplomáticas, unidades militares y elementos de inteligencia. Que Dios bendiga a todos los que sirven a nuestro país en el extranjero y que Dios bendiga a los líderes de nuestro país en su empeño por protegerlos en estos días de peligro.

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