jueves, 13 de septiembre de 2012

Hasta que Dios diga

José Cárdenas

Por décadas, los líderes religiosos “conservadores” de la Nueva Jerusalén negaron la instrucción escolar a los habitantes de la ermita al advertir que los libros de texto gratuitos enseñaban biología, reproducción y civismo. Los fanáticos dominados ahora por el obispo disidente Martín de Tours hasta cerraron la escuela Juan Bosco para evitar la contaminación de ideas ajenas a lo que llaman la buena educación tradicionalista.
Un grupo de “laicos”, consciente de que el futuro de sus hijos no debería ser igual al que ellos padecieron, se opuso a los “conservadores”. Solicitó a las autoridades educativas una clave escolar para operar otra primaria: la Vicente Guerrero.

Peña a panistas: “Los voy a sorprender…”

Francisco Garfias

Pareciera que, hoy por hoy, las relaciones de Gustavo Madero son mejores con Enrique Peña que con Felipe Calderón. Los hechos ocurridos ayer hablan, reflejan, traducen situaciones. El jefe nacional del PAN le reviró el martes al Presidente saliente. No le gustó ni tantito que Felipe haya declarado en el extranjero que hubo panistas que le pidieron dinero para la campaña de Josefina.
Nombres, nombres, nombres, exigió el político de Chihuahua.
Por supuesto que Felipe no se los dio.

PRD: el dinero y el líder

Jorge Fernández Menéndez

El martes la dirigencia del PRD confirmó algo que ya se sabía, pero que no habían querido confirmar en el proceso electoral: que su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, había dejado de ser militante de ese partido desde mayo de 2011. El tema puede ser intrascendente, pero no lo es un plano que, ante la pública separación de López Obrador del PRD, adquiere renovada vigencia: la actitud miedosa de ese partido ante el que fue su dirigente nacional, su jefe de Gobierno y en dos ocasiones su candidato presidencial.
En los hechos hace ya casi 20 años que López Obrador está marcando el destino del perredismo, incluso en contra de las intenciones del partido. Hace unos días, cuando se anunció la ruptura de López con el PRD y Jesús Ortega declaraba que esa separación permitiría acabar con la esquizofrenia en el partido, recordábamos que, clínicamente, esa enfermedad no es curable, que sólo con tratamiento y medicación adecuada el paciente puede vivir una vida normal, asumiendo que la enfermedad no se ha ido y que si el tratamiento y la medicación se interrumpen, los peores síntomas de la misma regresarán. En política la situación no es diferente. El PRD podrá convertirse en un partido “normal” después de la partida de Andrés Manuel sólo si toma las medidas adecuadas, porque si sigue atrapado en el discurso de la falsa unidad, irremediablemente perderá espacios, sobre todo dentro del frente de izquierda que pretende construir y continuará siendo un objeto de las presiones y las trampas de su ex líder.

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