Fuera máscaras
Carlos Marín
Vehemente como suele ser, pero con
especial enjundia, el presidente Felipe Calderón emplazó a los países
consumidores a evaluar “con
toda sinceridad, con toda honestidad, si pueden, si cuentan con la voluntad y
con la capacidad para reducir el consumo de drogas”, y exigió
que la Organización de las Naciones Unidas “se comprometa en el tema, que haga
una valoración profunda de los alcances y de los límites del actual enfoque prohibicionista…”.
Es el momento, enfatizó, de que la ONU no solo participe en el análisis del problema, sino que “tiene que encabezar, y encabezar en serio, un profundo debate internacional que nos permita hacer un balance de los alcances y las limitaciones de la política actual: qué es lo que ha dado, cuánto hemos avanzado en el actual enfoque prohibicionista, por ejemplo”.
A su modo, Calderón dijo que ya chole con que unos países pongan a los drogadictos, el dinero y las armas, y otros, ni se diga México, vivan la pesadilla diaria de poner los muertos.
El dedo en la llaga, pues, y en el mejor foro posible.
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