viernes, 14 de septiembre de 2012

El legado de miedo del 9/11

El legado de miedo del 9/11

Printer-friendly versionSend to friendpor Gene Healy

Gene Healy es Vice Presidente de Cato Institute.
Ayer se cumplió el onceavo aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre. ¿Hemos aprendido algo? En un comunicado del día sábado el presidente Obama mostró una actitud positiva: “La herencia del 9/11”, dijo, es “la habilidad de decir con certeza que ningún aniversario y ningún acto de terrorismo puede cambiar lo que somos”.
¿A quién engaña? Para el resto de nosotros, personas comunes y corrientes que no poseemos aviones, un paseo al aeropuerto provee menos razones para ser optimistas. Pasamos sin zapatos a través de la fila de seguridad, al final de la cual agentes del gobierno nos tocarán o verán desnudos. A pesar de sus promesas de campaña de “darle un ejemplo al mundo de que la ley no está sujeta a la voluntad de gobernantes tercos”, Obama ha forjado una versión más intensa de la “Presidencia del terror”, con nuevos poderes peligrosos que estarán a la disposición de todos los próximos presidentes.

El 11 de septiembre ha cambiado a EE.UU. radicalmente —y no para bien.
Como los analistas de seguridad John Mueller (un académico titular del Cato Institute) y Mark G. Stewart indican en un importante artículo reciente sobre la seguridad internacional, está lejos de quedar demostrado que algo de esto fue necesario. Aunque el FBI inicialmente insistía que EE.UU. estaba lleno de hasta 5.000 operativos entrenados de Al Qaeda, un memo interno de la agencia que fue filtrado en 2005 admitió que “Hasta la fecha, no hemos identificado verdaderos agentes ‘durmientes’ en EE.UU.”. En algún momento, Mueller y Stewart sugieren, la ausencia de evidencia se convierte en evidencia de ausencia.
En el día de Acción de Gracias del año pasado, el Departamento de Seguridad Nacional se ganó mucho sarcasmo en Twitter por su video advirtiendo a los estadounidenses acerca de los peligros de freír pavos (en inglés). Pero los freidores de pavos matan alrededor de cinco estadounidenses al año; los jihadistas han matado alrededor de 16 desde el 9/11.
“En los once años desde los ataques del 11 de septiembre, ningún terrorista ha sido capaz de detonar siquiera una bomba primitiva en EE.UU.”, señalan Mueller y Stewart.
Si está teniendo problemas con bombas de tubería, las armas de destrucción masiva están casi seguro más allá de su competencia. Pero, como explican los autores, el “enemigo combatiente” José Padilla una vez planeó un ataque nuclear doméstico: “Su idea de la separación del isótopo era poner uranio en un balde y luego convertirse en una centrífuga humana al balancear el balde en grandes arcos”.
Mueller y Stewart citan al antropólogo Scott Atran: “Tal vez nunca antes en la historia del conflicto humano tan pocos con tan pocos recursos y capacidades asustaron a tantos”. Y hemos levantado monumentos a ese miedo —grandes pirámides burocráticas levantadas en honor a Al Qaeda.
En su libro de 2011, Top Secret America: The Rise of the New American Security State, los reporteros del Washington Post Dana Priest y William M. Arkin hicieron una crónica del crecimiento del “complejo industrial de inteligencia” post-9/11: 1.200 agencias cuyas oficinas ocupan el equivalente a tres Pentágonos. Hemos gastado “cientos de miles de millones de dólares para dirigir la maquinaria del gobierno hacia el objetivo de derrotar al terrorismo”, sin evaluar seriamente lo que estamos comprando con nuestro dinero y nuestras libertades perdidas.
Mientras tanto, las promesas de 2008 de colocar nuestro Estado Nacional de Vigilancia bajo el Estado de Derecho han desaparecido de la plataforma del partido demócrata para la campaña de 2012. En medio de una crisis fiscal, el congreso y el presidente Obama han estado subsidiando una distopía — usando fondos del Departamento de Seguridad Nacional para financiar la proliferación de cámaras de vigilancia, aviones sin piloto y artillería militar para departamentos de policía de pueblos pequeños.
Para conmemorar el décimo aniversario del 9/11 el año pasado, la conservadora Heritage Foundation eligió un tema: “Nunca parar”. En el video adjunto, Heritage advirtió que “nuestra seguridad continua es cualquier cosa menos una certeza…retener recursos cruciales e innecesariamente reducir el gasto en defensa” deshonraría a aquellos que murieron en los ataques. “Nunca debemos olvidar y nunca debemos parar”.
Digan lo que digan de Barack Obama —él no se detiene.

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