viernes, 14 de septiembre de 2012

El descabezamiento del Golfo

El descabezamiento del Golfo

Por lo pronto, la detención de El Coss y la desarticulación de ese cártel es una muy buena noticia.

Jorge Fernández Menéndez
La caída de Eduardo Costilla, El Coss, jefe del cártel del Golfo; la semana anterior, la de quien era su segundo, Mario Cárdenas Guillén y, meses atrás, de su hermano Antonio, apodado Tony Tormenta, sumados a los innumerables golpes que ha sufrido esa organización, golpes propinados por las autoridades y por su pleito con otros grupos criminales, permiten confirmar que el cártel del Golfo, como tal, ha sido realmente desmantelado. Quedan células y operadores, persisten  grupos de sicarios operando en distintas regiones del país, pero, como ocurrió hace ya un par de años con los Arellano Félix, ese cártel, según lo conocimos en los últimos años, ha quedado descabezado y sin estructura.

Habrá que ver cómo se procesa ahora la herencia del cártel, cómo se administran sus restos, enmarcados también en la feroz disputa entre los que fueron los dos líderes de Los Zetas, Miguel Treviño (que aparentemente está perdiendo la partida) y Heriberto Lazcano. La ruptura de Los Zetas, como habíamos dicho aquí hace ya varias semanas, reconfiguraría todo el escenario de los grupos criminales y todo indica que es exactamente eso lo que está ocurriendo, lo que se confirmaría con la caída de varios operadores importantes de organizaciones menores, en forma muy destacada la de la mayoría de los líderes del cártel Jalisco Nueva Generación y esta misma semana del jefe de sus enemigos, Ramiro Pozos González, apodado El Molca, del grupo criminal llamado La Resistencia.
La percepción es que en los hechos están quedando dos grupos con capacidad operativa real en el gran mundo del narcotráfico: por una parte el cártel de El Chapo Guzmán, con sus diversos asociados, pero también con su jefe cada día más acosado (una situación que recuerda a los últimos meses de El Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes) y los grupos de Los Zetas, sobre todo los que encabeza Heriberto Lazcano, que no se sabe a ciencia cierta qué capacidad real tienen, luego de la lucha interna con la gente de Treviño. Hay muchos otros grupos, entre ellos los Beltrán Leyva, pero lo cierto es que hoy pareciera que los dos únicos con capacidad operativa son esos dos. Hay que diferenciar a los cárteles, por cierto, de las bandas criminales que, asociadas o no a ellos, secuestran, roban, extorsionan en distintas localidades, porque son fenómenos diferentes y que responden a lógicas también diferenciadas.
Y esa diferenciación de fenómenos es fundamental de cara al futuro. Los grandes cárteles están debilitados por los golpes recibidos y por los años de confrontación, con el Estado y con sus rivales. Recurrirán a la violencia pero será, por su situación actual, una violencia mucho más medida. Y el Estado está en condiciones de establecer sus reglas del juego ante ellos. El mayor problema que se presentará en el futuro es el de las bandas y pandillas, que en muchas ocasiones, presentándose como parte de organizaciones criminales mayores, están asolando muchas ciudades y municipios, esas bandas y pandillas de donde proviene la mayor parte de la violencia que sufrimos.
El descabezamiento y la desarticulación del cártel del Golfo (incluido, por lo que hemos visto en los últimos meses de parte de su esquema de protección política y lavado de dinero; recordemos el caso Yarrington) es la demostración de que la estrategia de seguridad en sí no es lo que está fallando. Hoy el Golfo está descabezado, los Arellano Félix también, La Familia como tal es un grupo menor y su lugar intentan ocuparlo los llamados Caballeros Templarios, Los Zetas están divididos, el cártel de Juárez ha perdido a la mayoría de sus principales operadores y a sus sicarios de La Línea. Es verdad que la organización del Chapo, mucho más horizontal que las otras, mantiene buena parte de su capacidad de operación, aunque el círculo se esté cerrando en torno a su principal líder.
El problema es la política, es definir cómo se operará con los estados y municipios para combatir la otra violencia, la cotidiana, la que más afecta a la ciudadanía, la que secuestra, roba, extorsiona y mata. Y se debe hacer buscando mecanismos que permitan una renovación y participación de las fuerzas locales en esa lucha, menos espectacular y más sorda, pero también mucho más cotidiana. Por lo pronto, la detención de El Coss y la desarticulación del cártel del Golfo es una muy buena noticia. Hay que ver, insistimos, quién se quedará con sus restos.

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