jueves, 13 de septiembre de 2012

Dinero: Occidente versus Oriente

Dinero: Occidente versus Oriente

Printer-friendly versionSend to friendpor Steve H. Hanke

Steve H. Hanke es profesor de economía aplicada en la Universidad Johns Hopkins y Senior Fellow del Cato Institute.
La oferta monetaria de un país está compuesta por dos componentes diferentes. El dinero del Estado —los pasivos monetarios de un banco central (normalmente se le conoce como dinero base o de alta potencia)— es un componente, y es por mucho el componente más pequeño la oferta monetaria. El segundo y más importante componente la oferta monetaria es el dinero bancario. Este es el dinero (pasivos por depósito) que es creado por el sistema bancario, en sentido amplio.
Los cambios en la oferta de dinero son una fuerza dominante en la economía —una fuerza que determina los cambios en los precios y en la actividad económica, medida por el PIB nominal. En consecuencia, debemos prestar la máxima atención a los movimientos en la oferta monetaria total de un país, como también los movimientos de sus componentes (dinero del Estado y bancario).

Cuando se trata de predecir la actividad económica, la mayoría de la gente falla en sus diagnósticos porque ignoran el dinero. Dicho esto, aquellos que si prestan atención al dinero a menudo se quedan cortos, porque se enfocan exclusivamente en los bancos centrales y el desarrollo del dinero del Estado, a costa del tan importante componente de dinero bancario.
Una observación al gráfico adjunto de la oferta monetaria en EE.UU. cuenta la historia económica. La oferta monetaria ha crecido a una tasa inferior a la tasa de la tendencia, lo que ha resultado en una “deficiencia” de oferta monetaria. En consecuencia, EE.UU. ha estado en una recesión del crecimiento —actividad económica positiva, pero débil, acompañada de presiones inflacionarias contenidas.
Sin embargo, la mayoría de las personas cree que la política monetaria ha sido ultra flexible desde el colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008. No obstante, de acuerdo a los criterios estándar, si ha sido flexible —la cantidad de dinero del Estado se ha triplicado desde septiembre de 2008. Cuando se analiza esto desde una perspectiva adecuada, el panorama es muy diferente.
Las políticas que afectan al dinero bancario —como los requisitos de capital de Basilea III y la Ley Dodd-Frank de regulación financiera, por ejemplo— han obligado a los bancos a reducir y contraer sus préstamos. De hecho, la política monetaria, que afecta el dinero bancario, ha sido restrictiva y la cantidad de dinero bancario en EE.UU. se ha reducido en 9,54 por ciento desde el colapso de Lehman Brothers.
Al ser el dinero bancario el 94 por ciento de la oferta total de dinero al comienzo de la crisis, es fácil ver por qué su descenso ha sido difícil de compensar para los productores de dinero del Estado (la Reserva Federal). No es sorpresa que la explosión de dinero del Estado no haya logrado superar la disminución de dinero bancario.
En consecuencia, y contrario a la opinión convencional, la posición monetaria general en EE.UU. —gracias en gran medida a regulaciones bancarias draconianas— ha sido poco flexible desde el comienzo de la crisis financiera. Este no es el remedio que ningún médico en sus cinco sentidos recetaría en medio de una recesión económica. ¿Qué se puede hacer? El primer y más evidente paso sería liberar al sistema bancario de EE.UU. de las viciadas regulaciones contenidas en Dodd-Frank y Basilea III. Sin embargo, esto tomará tiempo. De manera más inmediata, el gobierno podría participar en las operaciones del mercado de deuda.
Estas operaciones en el mercado de deuda pueden tomar muchas formas. La más prudente sería aquella que aumenta directamente la oferta monetaria, sin aumentar el nivel de deuda de EE.UU. El gobierno primero tomaría préstamos de los bancos comerciales. A cambio de títulos públicos a corto plazo, los bancos acreditarían la cuenta del gobierno. El gobierno entonces usaría sus depósitos bancarios para comprar bonos a largo plazo del público.
Estas transacciones se sumarían a los depósitos bancarios de los ciudadanos y directamente a la oferta de dinero, porque los depósitos bancarios a nombre de personas y entidades privadas son dinero. De esta manera, la cantidad de dinero aumentaría directamente por esta operación en el mercado de la deuda, y una cantidad equivalente de deuda pública a largo plazo se reduciría —literalmente, se eliminaría. Dado que no tiene mucho sentido que el gobierno mantenga obligaciones para sí mismo, simplemente las cancelaría.
Por supuesto, el monto de la deuda pública a corto plazo aumentaría cuando el gobierno inicialmente tome prestado de los bancos comerciales. En consecuencia, la operación en el mercado de la deuda dejaría la deuda neta total del gobierno sin cambios, pero cambiaría la composición de la deuda del gobierno, dejándola con una duración promedio más corta.
Con el tipo de operación de mercado de deuda descrita anteriormente, el gobierno, los bancos comerciales y el público serían todos participantes en el aumento de la oferta monetaria, por medio de un aumento en el dinero bancario. En consecuencia, la oferta monetaria aumentaría, pero sin la acción del banco central o un cambio en la cantidad de dinero del Estado.
El gobierno también podría llevar a cabo sus operaciones de mercado de deuda por medio de préstamos del banco central, en lugar de préstamos de los bancos comerciales. Pero, en este caso, aumentaría tanto la cantidad de dinero del Estado como la cantidad de dinero bancario —una diferencia fundamental en comparación con el ejemplo inicial.
Por otra parte, el banco central podría participar directamente en las operaciones de mercado de deuda, y varios bancos centrales lo han hecho en las recientes operaciones denominadas operaciones de flexibilización cuantitativa (QE, por sus siglas en inglés). Pero, en este caso, los bonos a largo plazo adquiridos por el banco central terminarían en el balance del banco central. La deuda no sería cancelada, como lo sería si el gobierno hubiese llevado a cabo operaciones de mercado de deuda.
Este hecho es el que define una de las diferencias fundamentales entre las operaciones de mercado de deuda realizadas por un banco central y aquellas llevadas a cabo por un gobierno. Un banco central involucrado en las operaciones de mercado de deuda se quedaría con las tenencias de deuda pública a largo plazo y estaría expuesto al riesgo de las tasas de interés sobre dichos valores —podría incurrir en grandes pérdidas contables si las tasas de interés subiesen. Este no sería el caso si el gobierno estuviera a cargo de las operaciones de mercado de deuda.
Si pasamos de EE.UU. a Europa, el panorama de la oferta monetaria generalmente se ve aún más sombrío, con la mayoría de países experimentando deficiencias en la oferta monetaria. Basta con echar un vistazo al gráfico adjunto sobre Grecia. Como la noche sigue al día, el ángel de la muerte sigue al colapso de la oferta monetaria. El PIB griego continúa su implosión, disminuyendo un 6,2 por ciento en el segundo trimestre de 2012, con relación al mismo período de 2011.
Al movernos al este y llegar a Asia, las cosas comienzan a verse mejor. A pesar de que muchos fatalistas han predicado el destino de la economía más grande de Asia, el gráfico sobre la oferta monetaria china podría demostrar que están equivocados. En efecto, parece que el Reino Medio seguirá siendo el motor de la región por algún tiempo más del pronosticado por los fatalistas.
Incluso la segunda mayor economía asiática, Japón, está funcionando bastante bien, desde el punto de vista de la oferta monetaria. Los bancos zombis, que se negaron a otorgar préstamos en la década de 1990, parecen estar escondidos. Al igual que China, Japón tiene un "superávit" de oferta monetaria, no una deficiencia.
Y a pesar de todas las noticias negativas que salen del subcontinente, la oferta monetaria de la India también presenta un superávit. Al enfocarnos en Australia y Corea del Sur, vemos que la oferta monetaria total, para cada uno, está creciendo a tasas dentro de la tendencia.
Terminamos con Indonesia. El crecimiento tanto en dinero bancario y del Estado en este país ha impulsado la oferta monetaria total a un superávit del 13,6 por ciento. Esto explica por qué Indonesia continúa desafiando las probabilidades.
Mientras la regulación bancaria viciada ha causado estragos con el dinero bancario en EE.UU. y en la mayor parte de Europa, Asia ha rechazado este tipo de mandatos gubernamentales para restringir el dinero. En consecuencia, el dinero bancario y el crecimiento de la oferta monetaria total, se han mantenido con buena salud. Aquellos que anticiparon un final rápido a las buenas noticias de Asia podrían tener que esperar más tiempo de lo anticipado para que esa cortina caiga.

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