sábado, 15 de septiembre de 2012

Colombia: ¡Tragaremos sapos!

Colombia: ¡Tragaremos sapos! – por María Isabel Rueda

Parece que en estos diez años de “sequía publicitaria”, en que los medios de comunicación no se ocuparon de ellos por desconfianza e incredulidad después de la conejeada del Caguán, los cabecillas de las Farc no aprendieron nada.
Si uno no está dispuesto a leer entre líneas, el debut de los jefes de las Farc en La Habana fue como para ponerse a llorar.
Parece que en estos diez años de “sequía publicitaria”, en que los medios de comunicación no se ocuparon de ellos por desconfianza e incredulidad después de la conejeada del Caguán, los cabecillas de las Farc no aprendieron nada. Por ejemplo, que eso que llaman “pueblo” es una inmensa masa de colombianos, casi el 100 por ciento de los habitantes de este país, que no gustan de sus métodos ni creen en sus propósitos sociales. Pero, sobre todo, no aprendieron que un proceso de paz se basa en la sinceración.

Por eso, con su cinismo de siempre, negaron el secuestro, el narcotráfico y el atentado contra Fernando Londoño en cabeza de un autor material de 16 años, un niño que debería estar leyendo los clásicos en el colegio en lugar de estar manipulando bombas lapa. Este encuentro con los medios de comunicación fue, en definitiva, un augurio de todos los sapos que nos vamos a tener que tragar los colombianos por cuenta de sacar este proceso adelante.
Aunque quizás el sapo más grande, para el que quiera estar enterado (y ojalá esté equivocada), será el que tragaremos cuando constatemos que este show de La Habana no es el preludio de una violencia que va a cesar automáticamente en cuestión de semanas, y, a pesar de ello, deberemos tener la entereza de avanzar en las negociaciones políticas con sus autores.
Por eso hay que leer lo que pasó en La Habana entre líneas. Para no salir corriendo. Y, por el contrario, entender que el principal mérito de esa reunión de La Habana fue tener a los jefes de las Farc sentados allá. Tener, por ejemplo, sentado a alias el ‘Médico’, comandante del Bloque Oriental, en reemplazo de ‘Jojoy’, que maneja él solito por lo menos un 40 por ciento del total de la militancia de las Farc, unos 4.000 hombres. Tenerlos a todos ellos ahí sentados, reconociendo que firmaron un papel en el que, por primera vez en su historia de 50 sangrientos años, las Farc consignaron su compromiso de dejar las armas y dar por terminado, algún día supuestamente no muy lejano, el conflicto armado.
Eso puede no ilusionar a mucha gente, por sonar tremendamente gaseoso e impreciso. Pero tiene un valor enorme, si tenemos en cuenta que Iván Márquez, uno de los designados actuales negociadores de la guerrilla, ha venido sosteniendo desde 1985 que las Farc jamás van a dejar las armas.
Ahora: tenernos que tragar esos sapos en aras del proceso no es lo mismo que caer en las trampas que desde ya nos quieren poner estos angelitos, que jamás han matado, secuestrado o traficado.
La primera de ellas es mostrarse tan supremamente comprensivos con nuestros soldados, “a quienes la necesidad los ha obligado a alimentar a sus familias con el miedo a la muerte o a la invalidez. Ellos no pueden querer esta guerra”, nos informó ‘Timochenko’. ¿Creerá que con ese mensaje va a poner a los soldados en contra del Gobierno?
La segunda trampa que nos tienden es insultar de tal manera al expresidente Álvaro Uribe hasta que, como seguramente buscaron con el atentado contra Fernando Londoño, el establecimiento llegue débil y dividido a la mesa de negociaciones.
La tercera, ofrecer un cese del fuego para que el presidente Santos quede como si fuera él quien se está negando a que aquí se deje de disparar. Por fortuna, no parece que vayamos a caer en la trampa del cese del fuego bilateral. Una de las cosas más inteligentes del diseño de este proceso es que aquí no va a cambiar nada hasta que no cambie todo. Ese día será el del acuerdo para que las Farc se desmovilicen.
Mientras tanto, colombianos, ¡a tragar sapos!
HABÍA UNA VEZ… Que el alcalde Petro instale sus controvertidas narcosalas para salvar a la gente de sobredosis. Pero ¿dónde está la campaña de prevención de la Alcaldía para no tener que llegar al extremo de regalar droga regulada para salvar a la gente de sobredosis?

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